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¿Cómo podemos ser invulnerables a la crítica?

Las críticas te afectarán tanto como tu dejes que te afecten.

La vida es demasiado corta como para focalizar nuestra atención en mentes que no son las nuestras, y aún más en enfoques que no nos son útiles, y que no favorecen en nada nuestro crecimiento personal.  Es difícil no hacer caso de las críticas, es difícil ignorarlas sin son dañinas y poco constructivas.

Ahora bien, no olvides nunca que tú eres básicamente lo que piensas a lo largo del día, así que no pierdas el tiempo en remordimientos, dudas y malas críticas.

Quien diga aquello de “a mi las críticas no me afectan lo más mínimo”, no es del todo cierto. A todos nos impactan de algún modo.

Toda crítica es un enfrentamiento a nuestra esencia, a nuestra forma de actuar. A nuestros esquemas.Si la crítica es constructiva y damos el paso de aceptarla, confrontarla, integrarla y aprender de ella, será un claro ejemplo de crecimiento interior. Y ello siempre es un buen gesto.

Ahora bien… ¿Qué hacemos en esos casos en que las críticas nos llegan de personas que son significativas para nosotros? Un comentario doloroso por parte de nuestra familia, amigos o pareja, siempre acaba vulnerando de algún modo nuestra autoestima. Y debemos saber afrontarlas, saber gestionarlas.

Las críticas que vulneran nuestra autoestima

Siempre debería llegar un momento a lo largo de nuestro ciclo vital, en que tendríamos que ser invulnerables a las críticas negativas, a esos comentarios tóxicos y dañinos. Estamos seguros de que muchos de nuestros lectores ya lo han conseguido. Otros en cambio, nos encontramos en pleno proceso.

Las críticas más dañinas son las que recibimos durante nuestra infancia.
Los comentarios por parte de nuestros progenitores hacia nuestra forma de actuar, hacia nuestros errores o incluso nuestro físico, son claros vulneradores de la autoestima.
Todos nosotros guardamos con especial molestia alguna crítica. Ya fuera en nuestra infancia o más adelante en boca de alguna de nuestras parejas, evocan sin duda claros ataques a una autoestima que día a día, nos esforzamos por cultivar, por fortalecer.
Es importante tener en cuenta de qué manera pueden llegar a modificarnos esos ataques personales poco constructivos, y de la necesidad de saber reorientarlos para protegernos.
Para alzar nuestras almenas ante esas críticas dañinas y poco amables en boca de personas que supuestamente “nos quieren”.
  • Una crítica personal, dañina y poco útil tiene un impacto directo en nuestras emociones.
  • Una emoción tiene su eco directo en nuestros pensamientos. Me siento mal… ¿Por qué razón?“Porque mi pareja me ha dicho que no se hacer nada, que sin él no haría nada en este mundo.”
  • Si damos importancia a la crítica afectará a nuestros esquemas de pensamiento y atribuciones: ¿Seré una persona inútil de verdad?
  • Todo ello hará finalmente que nuestra autoestima quede fragmentada y rota como un pañuelo de papel.

 

Las críticas deben afectarte tanto como tú lo permitas

Te ha costado mucho llegar hasta donde estás. Cuentas con tu propio pasado de superación, con batallas que solo tú sabes que has librado y que te definen en la gran persona que eres ahora. ¿Qué necesidad hay de dar valor a estas alturas de la vida a esas críticas envenenadas? No vale la pena hacerles caso: es retroceder, involucionar

Tú eres tus pensamientos, y ellos los artífices de tu realidad y el oxígeno que alienta tu autoestima. No dejes que den importancia a palabras vacías de utilidad insana, a críticas llegadas de mentes carentes de empatía y que ni siquiera tienen el privilegio de conocerte con autenticidad.
Quien te quiere no te daña, y aún menos lanza sobre ti críticas carentes de utilidad que solo buscan hacer daño. Por ello, sería de mucha utilidad que llevaras a cabo la siguiente estrategia cada vez que recibes un comentario afilado:

  • Visualiza un arcón dorado. Cuando recibas una crítica, lo primero que debes hacer es custodiar ahí tu autoestima: bien protegida y bajo llave.
  • Analiza ahora con frialdad y temple el comentario recibido. Se franco/a contigo mismo/a: ¿Esa crítica es constructiva? ¿Hay algo de verdad en ella? Si es así, analízala, intégrala, aprende de ella y crece para alimentar con ella a tu autoestima también.

¿Es esa crítica poco útil y poco realista? ¿No se ajusta en nada a lo que eres, lo que tienes y lo que te define? Entonces desactívala. No le des importancia ninguna. Porque de hacerlo, de permitir que la rabia te enerve quedarás anclado/a a esa emoción negativa, y aún más, esa persona que te la ha dedicado.

Recuerda una vez más esa frase de Buda, “quien te enfada te domina”. No vale la pena, siempre será mejor visualizar esa crítica como una hoja seca llevada por el viento. No es nada, solo ruido, solo un aire frío que no merece tu atención ni tu calidez. Pasará y desaparecerá
Tu mejor amigo eres tú mismo, así que no dejes que las críticas poco útiles habiten en tu cabeza, porque entonces te convertirás en tu propio enemigo. No vale la pena.
En ocasiones, podemos preguntarnos cuáles son las habilidades que tienen ciertas personas para poder hacer oídos sordos a los comentarios críticos. ¿Es que acaso pueden volverse sordos cuando quieran? No, claro que no. ¿Qué les hace ser tan invulnerables?

 

La crítica y nuestro pensamiento

La diferencia entre las personas resistentes o invulnerables a la crítica y las personas sensibles a éstas, podemos encontrarla en el pensamiento. Mientras que las personas sensibles a la crítica generan un auto-discurso dominado por pensamientos negativos, que alteran el estado de ánimo, la conducta y desestabilizan la autoestima.

Las personas “invulnerables” a la crítica, lo que hacen es racionalizarla, y la refutan cuando es incorrecta o no es pertinente. Veámoslo con un ejemplo.

Pedro y Carlos se encuentran en una discoteca dispuestos a ligar con alguna chica. Pedro es más tímido que Carlos, y aunque ambos deseaban hablar y bailar con alguna de las chicas de la discoteca, a Pedro la idea de que alguna le dijera que no, le aterraba, mientras que si le ocurría esto a Carlos, no tardaba ni 10 minutos en poner su atención en otra chica. Por ello, Carlos ligaba más que Pedro.

Incluso, podemos observarlo con otro ejemplo: María vive en Madrid y quiere abrir un negocio para comenzar a independizarse. Laura que vive en Barcelona, también opta por la misma decisión.

Pongámonos en el supuesto, de que aunque no se conozcan y no tengan contacto alguno, las condiciones del negocio son las mismas. Cuando María se lo contó a su pareja y amigos, le pusieron varias críticas a su idea, por lo que se las tomó como que había fracasado, sin intentarlo y decidió no abrir el negocio. A Laura la sucedió lo mismo pero continuo con su idea, aunque modificó algunas gestiones.

Unos meses más tarde, Laura pudo abrir su negocio y María seguía sin saber qué hacer. ¿Qué observamos? El miedo a la crítica, el temor al rechazo o hacer el ridículo es una cuestión de pensamiento. Carlos y Laura, no se desestabilizaron, porque no interpretaron las críticas como un fracaso personal, sino como una posibilidad de intentar algo, que podían mejorar.

La crítica no les significaba un rechazo hacia su persona, como sí les ocurría a Pedro y María.

Críticas correctas e incorrectas

La crítica no puede ofendernos, si nosotros no le otorgamos el poder para ello. Si alguien nos critica injustamente, no sucederá nada que no queramos. No podemos sentirnos mal por los comentarios equivocados de otra persona, ya que el error no es nuestro, sino del otro.

Pero también puede darse el caso contrario, es decir, que alguien nos critique correctamente por alguna acción o actitud inapropiada que hayamos llevado a cabo, pero esto tampoco deber ser motivo de tristeza, amargura o angustia.

Las críticas también pueden ser constructivas, por lo tanto, aceptémoslas, pensemos en ellas y busquemos otras alternativas o estrategias de resolución. Las críticas pueden ser correctas o incorrectas, pero es nuestro pensamiento el que en última instancia le da un carácter perjudicial.

Y, por lo tanto, ¿Qué podemos hacer ante una crítica?

-Tener una actitud asertiva.

La mayoría de las veces nadie recibe una crítica con agrado, sino que adoptamos una actitud de confrontación. Solemos ponernos a la defensiva, e intentamos desmontar los argumentos del otro, levantando fuertes muros lingüísticos, la mayoría de las veces ambigüos. Es muy importante por lo tanto, intentar ponerse en el lugar del otro, de la persona que realiza la crítica, es decir, empatizando un poco, adoptando una postura asertiva. Si nos ponemos en la piel de la otra persona, teniendo en cuenta sus circunstancias y visión del mundo, quizá entendamos mejor su actitud.

Ser asertivos ante la crítica, nos permite ser flexibles, abiertos, dialogantes y estar dispuestos a escuchar a los demás. Una actitud asertiva es aquella en la que el tono no se levanta, y en la que cuando no se entiende algún dato, o pensamos que no nos ofrecen toda la información necesaria para entender lo que nos dicen, hacemos preguntas facilitando así, el entendimiento entre ambos.

-Buscar coincidencias con la crítica.

Con esto me refiero a buscar las zonas de verdad de aquello que nos han dicho. Casi siempre es posible que encontremos en los argumentos contrarios una pizca de verdad, porque también existen críticas semiincorrectas. Si encontramos alguna verdad, es bueno que lo reconozcamos ante el emisor, pero si comprobamos que no, es preferible el silencio a la mentira. Buscar que hay coincidencias, le demuestra al otro que tenemos en cuenta sus palabras, y evita en mayor medida que entremos en una discusión de críticas y defensas.

–Expresar nuestra opinión y pactar.

Al expresar lo que pensemos, es muy importante tener en cuenta algunas cuestiones como no ser destructivo con el otro. Para ello, podemos intentar no manejar un lenguaje ambigüo, y centrarnos en los hechos ocurridos. Evitar las etiquetas, y admitir la posibilidad de que quizá nos hayamos equivocado, también son dos opciones importantes. Pero sobre todo, pensar que nosotros no solo somos los errores que cometemos.

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