Blog de Terapias Vigo

Eventos, novedades, consejos espirituales... ¡y mucho más!

La Ley del espejo

Cuando nos molestan mucho ciertos defectos o comportamientos de los demás, podemos deducir con toda seguridad que esos mismos son los nuestros, aunque estén retenidos o reprimidos subconscientemente.

Cuanto más nos desagradan (los ajenos) es porque más nos duelen los propios.

Yo sé que cuesta creer y admitir lo que estoy diciendo. Pero invito a quienes se resistan a aceptarlo, que se observen con total y absoluta sinceridad. No es necesario que lo reconozcan en público. Basta que cada uno lo vea en sí mismo.

Si observas bien, verás que a veces, ese defecto que tanto te molesta en alguien y te da “vergüenza ajena”, es porque en el fondo “sientes”, “recuerdas”, muy subconscientemente que en algunas ocasiones tú fuiste así o te comportaste así. Por eso sientes la vergüenza ajena. Si no, ¿por qué habrías de sentirla?

¿Por qué habrían de enojarte ciertos defectos o formas de conducta, si no fueran el reflejo de los tuyos? Verse con su peor cara en el espejo de los otros nos causa mucha molestia y rabia. Y así solemos expresarlo.

Al recriminar y rechazar esos defectos en los demás, parecería que esas actitudes fueran lo más ajeno e impensable en nosotros (una manera de defensa psicológica ante lo que no nos permitimos a nosotros mismos).

Y ciertamente que es una manera de expresar que no queremos tener dichos defectos. Pero nuestro rechazo molesto y enojoso es señal de que aún esta presente, de alguna manera si no en nuestra actividad del momento, sí al menos, como recuerdo del pasado o como una tendencia en el subconsciente.

Una vez más, insisto en que, aunque a muchas personas les parezca difícil aceptarlo, la experiencia de quienes una y otra vez hemos hecho un examen muy sinceramente honesto y serio, nos demuestra que es totalmente exacto.

Cuesta mucho ser sincero y honesto consigo mismo, al admitir que debilidades y fragilidades que nos disgustan y mortifican no sólo son defectos de los demás sino también nuestros.

Cuando vemos que también nosotros tenemos los defectos que nos molestan en los otros, necesariamente nos hacemos mucho más comprensivos e indulgentes.

Uno de los defectos humanos más generalizados es justamente la desaprobación, la crítica y la condena. Falta tolerancia, benignidad e indulgencia.

En la historia de la Humanidad se han cometido las mayores atrocidades, por falta de comprensión y tolerancia. En las relaciones humanas, tanto entre amigos como en la misma familia, es muy frecuente la rigidez e intransigencia.

Cuando te sientas muy molesto por los defectos de los otros, mírate adentro. Obsérvate. Puede ser una buena ayuda para corregirte y mejorarte. Y sobre todo será un buen camino para comprender a los demás y aceptarlos.

Dice la ley del espejo que lo que vemos en los demás es en realidad un reflejo de lo que tenemos dentro nosotros mismos, y que por lo tanto si queremos ser felices, nuestra felicidad no depende de los demás sino de nosotros mismos.

Conocemos la ley del espejo, que nos enseña a gestionar nuestros problemas con otras personas (familiares, amigos, en el trabajo, etc.) a partir de unos ejercicios con nosotros mismos.

Las cosas que nos molestan

Hay cosas que siempre nos molestan. Que tu suegra o cuñada siempre nos diga lo mismo en las comidas familiares, que nuestros hijos no sean sinceros con nosotros, que no se nos valore en el trabajo, que nuestros amigos no nos apoyen como nosotros deseamos.

Siempre esperamos que los demás actúen de una determinada manera y sin embargo en muchos casos nos sentimos defraudados. Sin embargo, ¿somos conscientes que tal vez nosotros también les estamos defraudando en otras cosas?

Como primer ejercicio proponemos hacer una lista con todas las cosas que nos molestan de las personas que nos rodean.

Nuestras cosas que molestan a otros

Pero ahora vamos a hacerlo al revés, y haremos otra lista poniendo cosas que puedan molestar o haber molestado en algún momento a esas personas. Para hacerla debemos ser sinceros y auto críticos con nosotros mismos.

No somos perfectos, somos humanos, y sabemos que nos hemos equivocado muchas veces. Por eso es importante aprender a ser empáticos, es decir, a ponernos en el lugar del otro.

Qué dice la ley del espejo

La ley del espejo nos enseña que si en realidad sentimos algo negativo hacia una persona, la causa está en nuestro corazón, y no en la otra persona. Por ejemplo, que si nos sentimos ofendidos por algo que nos han dicho, eso es porque también nosotros estamos ofendiendo a alguien, tal vez no a esa persona pero sí a otra. Y si aprendemos a darnos cuenta, y sobre todo a evitarlo, posiblemente también dejaremos de sentirnos ofendidos nosotros. Es curiosos como no todas las personas reaccionamos igual ante la misma situación. Porque no todas tenemos lo mismo en el corazón.

Un ejercicio práctico

Vamos a elegir una de esas personas de las que no soportamos alguna cosa por la cual nos sentimos heridos, ofendidos o enfadados, y vamos a hacer una lista con cosas que nos gustaría agradecerle. En algunos casos esto nos puede sorprender mucho e incluso molestar, y deberemos hacer un gran esfuerzo, pero valdrá la pena. Seguro que alguna vez ha hecho algo por nosotros o por algún familiar nuestro, ha tenido algún detalle, nos ha ayudado en algo, etc. Dedicaremos el tiempo que haga falta.

A continuación, todavía más difícil, haremos una lista exponiendo cosas por las que nos gustaría pedirle perdón, aunque sean pequeños detalles. Tal vez la hemos mirado mal, le hemos faltado al respeto, le hemos dicho algo cruel, la hemos criticado a sus espaldas o nos hemos olvidado de agradecerle algo. Hasta aquí será un verdadero ejercicio de humildad, pero el tercer y último paso es sólo para las personas más valientes.

Nos pondremos en contacto con esa persona (personalmente, por teléfono o por carta), le daremos las gracias por todos los motivos apuntados en la lista, y le pediremos perdón por todas las cosas de la segunda lista.

El resultado

Este ejercicio anterior puede parecer una locura, puesto que muchas personas son demasiado orgullosas para llevarlo a cabo, o bien piensan que tendría que ser al revés, que son ellos los que deberían recibir los agradecimientos y dar el perdón. Pero el resultado suele ser sorprendente, y esas personas que jamás se esperarían un mensaje así suelen reaccionar de manera muy positiva y emocional.

¿Cuándo, cómo, con quién…?

Este ejercicio podemos hacerlo siempre que queramos y con quien tengamos necesidad. Es un ejercicio práctico que casi siempre da resultados. Y tan sencillo, aunque no fácil, que vale la pena probarlo, sobre todo con las personas a las que más queremos, o en situaciones que nos hacen daño y queremos superar.

CBoP8zoUsAEIHJl