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El destino

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Se conoce como destino la fuerza sobrenatural que actúa sobre los seres humanos y los sucesos que éstos enfrentan a lo largo de su vida.

El destino sería una sucesión inevitable de acontecimientos de la que ninguna persona puede escapar.

La existencia del destino supone que nada ocurre por azar sino que todo tiene una causa ya predestinada, es decir, los acontecimientos no surgen de la nada sino de esta fuerza desconocida.

La corriente filosófica del determinismo  señala que todos los pensamientos y acciones humanas se encuentran causalmente determinados por una cadena de causa y consecuencia.

Para el determinismo fuerte, no existe ningún suceso que sea azaroso, mientras que el determinismo débil  sostiene que existe una correlación entre el presente y el futuro sometida la influencia de sucesos aleatorios.

Para muchas religiones, el destino es un plan creado por Dios que no puede ser alterado por los seres humanos.

El cristianismo, en cambio, no cree que exista una predestinación absoluta y sostiene que Dios ha dotado al hombre del libre albedrío (el poder para tomar sus propias decisiones).

Las personas que creen en la existencia de un destino predeterminado suelen consultar a especialistas en el campo de las ciencias ocultas para que les digan qué es lo que les espera en el futuro. En tal caso, suele realizarse la lectura de tarot o de las líneas de la mano, donde éste se plasma.
En otro sentido, menos filosófico y simbólico, el destino es un punto de llegada o una meta. Suele utilizarse para referirse al lugar adonde se viajará en un determinado momento.

La predestinación y la voluntad de los individuos:

Se conoce como predestinación una doctrina religiosa que analiza y discute la relación que existe entre el principio y el destino de las cosas y sucesos.

Se diferencia de otras teorías, como el determinismo, e incluso el libre albedrío, en que asegura que los acontecimientos del origen de la creación y la posterior evolución están vinculados estrictamente con la decisión de Dios, lo que determinaría que lo que nos sucede también ha sido contemplado por este ser superior.

Este concepto se encuentra íntimamente relacionado con la idea de la omniciencia de Dios (que todo lo sabe). Se cree que Dios conoce el destino del Universo desde antes de que este existiera; en este sentido el destino estaría sujeto a la voluntad de esta deidad.

Respecto de este tema se han tablado numerosas discusiones a lo largo de la historia; las mismas giran en torno no solo a la existencia del destino como tal sino de que alguien (una entidad, en este caso) tenga la facultad de conocer hacia dónde vamos, es decir que pueda ver ese destino.

Según las ideas ortodoxas impuestas por el cristianismo y otras religiones, Dios no solamente puede conocer el futuro, sino también todo el pasado y el presente, ya que se trata de una entidad atemporal.

A lo largo de la historia, los seres humanos se han apoyado en creencias y mandatos para justificar sus acciones y para restarle importancia a sus actos malos.

Si el destino como una existencia fija existiera ¿qué sentido tendrían cada una de nuestras decisiones? ¿alguien nos impulsa a escoger uno u otro camino?

Considero que la mejor forma de entender este concepto es sabiendo que somos seres individuales, condicionados por nuestra historia y nuestra vida en sociedad, pero totalmente aptos de escoger una determinada senda y ser consecuentes con ella.

Pero, a la vez, reconociendo que muchas cosas que suceden a nuestro alrededor afectarán el resultado de nuestro camino, sin ser necesariamente quienes dirijan nuestros pasos.

¿Podemos cambiar el destino?

La pregunta genera debate y opiniones muy variadas, comenzando por aquellos que creen que nuestro futuro está escrito.
Entonces,  “¿el destino está escrito?, ¿todos tenemos un camino previamente trazado?”

rtf544efEl destino es como cuando tú haces un viaje de una ciudad a otra, hay varias carreteras por dónde llegar a ese destino final, también puedes irte en bicicleta o caminando, detenerte y quedarte en el camino, irte rápido, ir lento…

Está escrito que tienes que llegar, pero no el cómo, o las conexiones, a quién encontrarás de por medio, etc.
Karma: ley de causa y efecto. Es decir, no conocemos todas las causas de lo que experimentamos en nuestra vida.

¿Por qué nacemos en determinado lugar y familia, con tal aspecto físico o en una década definida? No manejamos esa “causalidad”.

No sabemos, por ejemplo, si en una existencia anterior dícese de “vida pasada” hicimos daño y por eso tenemos ciertos problemas con gente ahora, o si fuimos muy generosos y en la actualidad gozamos de una estabilidad material, o si vivimos destierro y ahora nos cuesta encontrar un lugar donde quedarnos…

Bajo esta mirada, no podemos controlar que el karma positivo o negativo madure y se manifieste en una pérdida económica, en el encuentro de un gran trabajo, en una enfermedad impensada, en el hallazgo de un buen amor.

Y cada vez que vivo un imprevisto, bueno o malo, de esos que todos tenemos, más de acuerdo estoy con este precepto budista (karma y dharma).

Yo personalmente creo que nosotros no escribimos ese destino, que ya está escrito desde que nacemos, pero considero que sí elegimos cómo vivir cada capítulo (libre albedrío).

Por eso, podemos tomar una enfermedad como una oportunidad para pedir ayuda o de descansar y dejarnos cuidar; o bien como una desgracia y victimizarnos, e insistir en buscar el medicamento que nos cure instantáneamente sin que el cuerpo haga su proceso de sanación.

Entonces, ¿podemos cambiar nuestro destino?

Mi experiencia personal me dice que podemos mover algunos hilos para sonreír más, desenredar nudos, encontrar a gente que nos ayude a desatarlos más rápido, colorearlos; saltar obstáculos, protegernos de ciertos peligros; etc…

El destino baraja las cartas pero nosotros somos los que las jugamos”
¿El futuro está escrito o lo escribimos nosotros mismos? Mucha gente que consulta el Tarot se hace está pregunta, otros ya han tomado sus propias decisiones.

Algunos piensan que el futuro lo vamos escribiendo día a día con nuestra forma de ser, de actuar, de hacer las cosas. Otros sin embargo se resignan a lo que está escrito y simplemente viven la vida como les va viniendo.

Después de una gran trayectoria realizando tiradas de tarot he llegado siempre a la misma conclusión:

«El futuro está escrito y lo escribimos nosotros mismos a la vez».

¿Cómo puede ser esto?

Os voy a hablar de mi propia experiencia, hay algunas ocasiones en las que ante una mala noticia que aparece en las cartas se la comento a la persona interesada, esta permanece sin hacer absolutamente nada, y ocurre tal y como lo he visto.

Pero en otras ocasiones, ante una mala noticia hay gente que reacciona y se pone manos a la obra para cambiar esa situación futura (con rituales, con actitudes etc.)

Después he vuelto a realizar la misma tirada y lo que me sale tiene variaciones con respecto a la situación inicial, y es esto último lo que al final ocurre.

Es decir algunas cosas de nuestro destino si que se pueden cambiar o mejorar: con rituales, con pensamientos positivos, cambiando la actitud, tomando la mejor decisión etc.

Cada uno tenemos asignado un destino diferente, la mayor parte del destino está escrito, pero otra parte la escribimos nosotros con nuestras elecciones.

Por eso son tan útiles las predicciones del Tarot, ya que nos ayuda a tomar decisiones y a modificar un futuro que ya está escrito.