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Somatizar enfermedades

«Somatizar» es la explicación común que se da a un problema psíquico o emocional que se manifiesta en el cuerpo. Desde enfermedades gastrointestinales hasta picos de presión se suelen asociar a trastornos emocionales. Sin embargo, la somatización no es un problema mental, sino la consecuencia de la relación entre mente y cuerpo. No sólo todas las enfermedades son psicosomáticas, sino que los síntomas que se manifiestan en nuestros cuerpos están posibilitados por el tipo de personalidad.

¿Qué es somatizar?

Se suele hablar de somatización cuando se piensa que hay trastornos físicos que se originan psíquicamente. Sigmund Freud, indagando en lo que ocurría en la histeria, descubrió que lo reprimido suele retornar a la conciencia bajo la forma de un signo o un síntoma que en algunas ocasiones se registra o se interpreta como una enfermedad que se origina en el cuerpo.

En la jerga de la especialidad, se lo suele denominar «soma». Sostuvo entonces que en esos casos las cosas ocurrían como sí un acontecimiento psíquico se hubiera convertido en un trastorno somático.

Con el tiempo, y a medida que se fueron encontrando nuevos testimonios de que diversos trastornos emocionales se manifestaban como alteraciones patológicas de las funciones o las estructuras del cuerpo, se fue perdiendo el carácter metafórico de la primera postulación freudiana, y el «como sí» utilizado por el creador del psicoanálisis se fue trasformando en un «mecanismo de conversión» de fenómenos psíquicos en fenómenos somáticos. Se comenzó a hablar entonces de somatización y de trastornos físicos que se originaban psíquicamente, como suelen decirse, psicosomáticos.

– ¿Por qué ocurre la somatización? ¿Qué explicación tiene?

La somatización ocurre porque lo reprimido, ejerciendo la presión creciente de una necesidad insatisfecha, logra expresarse a través de un síntoma que mantiene oculto su significado.

La explicación de cómo ocurre ese supuesto «salto» de la mente al cuerpo constituyó siempre un misterio insondable de la psicosomática. Pero la vida está llena de misterios que la experiencia repetida nos acostumbra a tolerar. No ha sido el misterio el que impulsó la psicosomática hacia nuevos horizontes, sino la observación, cada vez más frecuente, de que,cuando un ser humano se enferma,  su cuerpo, su alma, y el espíritu de la comunidad que habita, siempre participan en la enfermedad.

– ¿Hay algún modo de evitar somatizar? ¿Cualquier  enfermedad puede ser psicosomática?

El concepto de somatización, que conduce a dividir las enfermedades en algunas que se originan en la mente y otras que se originan en el cuerpo, se difundió rápidamente. Es necesario reconocer, sin embargo, que simplifica excesivamente la cuestión, omitiendo que la idea de somatización nació como una forma, metafórica, de referirse a un hecho cuya intimidad se desconocía.

Freud nos ayuda a comprender que lo que llamamos cuerpo y lo que llamamos alma son dos maneras de contemplar a una misma realidad. No tenemos dos bocas, una que es del cuerpo y otra que es del alma, tenemos una sola. Cuando masticamos un caramelo, o cuando damos un beso, lo hacemos con el cuerpo y con el alma; y lo mismo ocurre cuando nos enfermamos.

Podemos decir entonces que todas las enfermedades son psicosomáticas, por la sencilla razón de que el hombre mismo es psicosomático, dado que psíquico y somático son como dos caras de una misma moneda.

Queda claro entonces que eso no significa sostener que una de esas dos caras es la causa de lo que ocurre en la otra, ya que ambas se constituyen y evolucionan juntas.

Descubrir el significado que, más allá de la consciencia,  se expresa en una enfermedad, no lleva implícito afirmar que ese significado es  una causa o un factor que altera el cuerpo (o que se somatiza), dado que  el significado y la alteración son dos aspectos de una misma cosa, como sucede con las ondas «físicas» del sonido de una palabra y con su significado.

Cada enfermedad surge con su propio y específico significado inconsciente que, para ser descubierto, exige un trabajo de investigación que demanda, a veces, de un esfuerzo prolongado y compartido con otros colegas.

Hay algunos trastornos que permanecen cercanos a la consciencia, como ocurre, por ejemplo, con la vinculación de la diarrea con el miedo, o el infarto cardíaco con una ofensa profunda que constituye una ignominia. El lenguaje habitual lo testimonia, cuando suele usar expresiones como se me parte el corazón».  Hay otros, sin embargo, como el cáncer o la hipertensión, cuyos significados se reprimen más profundamente.

Actualmente son muchas las personas que acuden a la consulta de su médico presentando una sintomatología que les genera malestar y una gran preocupación por su salud.

En un gran número de casos, después de la entrevista y de las exploraciones necesarias, puede que no se encuentre ninguna alteración que justifique su malestar y es entonces cuando suelen ser remitidos al especialista correspondiente. Esto implica someterse a nuevas exploraciones, tratamientos y consultas, sin que se encuentre una causa orgánica a su sufrimiento.

Las consultas de este tipo según las estadísticas están aumentando, constituyendo el 25% de las nuevas consultas en Atención Primaria y, lo más preocupante, suelen ser diagnosticados y tratados como trastornos difusos sometiéndose a un tratamiento orgánico y a sus consiguientes riesgos, olvidando totalmente el papel de la psicología en la aparición de estos síntomas.

Por todo ello, las somatizaciones tienden a cronificarse, lo que a menudo, genera un abuso o dependencia a determinados fármacos, como sedantes o analgésicos, agravándose así el problema.

Por somatización entendemos cualquier síntoma corporal que surge o se incrementa en respuesta a factores psicológicos o situacionales.

Según diversos estudios parece ser que las mujeres presentan una mayor tendencia a somatizar que los hombres, no obstante, esta tendencia varía mucho de una cultura a otra.

Además las somatizaciones son frecuentes en pacientes que sufren de depresión y ansiedad y se ha encontrado una gran comorbilidad entre la somatización y el estrés.

En la historia personal de un cliente que somatiza podemos encontrar varios indicadores, entre ellos, un trastorno psicológico coexistente, el haber sido rechazado por repetido de médicos que les habían atendido, múltiples pruebas diagnósticas recientes, numerosas visitas a los servicios de urgencia e incluso el haber recurrido a medicinas o terapias alternativas en busca de una explicación.

El realizar una buena evaluación es de suma importancia para el estudio y tratamiento de cualquier trastorno, no obstante, ésta cobra aún mayor protagonismo en las somatizaciones.

Es necesario incluir la somatización en el diagnóstico diferencial y descartar en primer lugar si se trata de una enfermedad orgánica.

En caso de confirmarse que el problema es de tipo psicológico, debemos detectar si los síntomas obedecen a otros trastornos más amplios como la ansiedad o la depresión y en caso contrario, buscar las causas psicológicas o del entorno que están provocando que el cliente somatice.

Un aspecto a tener en cuenta es que por exagerados que puedan parecer los síntomas, el sufrimiento del paciente es siempre real, siendo necesaria una actitud empática y de aceptación para un manejo eficaz de nuestro cliente, sin caeren una discusión sistemática de todos los síntomas que éste presenta.

Son muchos los síntomas y síndromes que pueden presentar las personas que somatizan, algunos de tal gravedad que pueden desencadenar otros problemas de salud física más amplios.

Entre ellos se encuentran los que se exponen a continuación:

a) Gastrointestinales: vómitos,  dolor abdominal  náuseas  flatulencia  hinchazón, diarrea,  intolerancias alimentarias.

b)Pseudoneurológicos: amnesia, dificultad al tragar, pérdida de voz, sordera, visión borrosa, desfallecimiento, debilidad muscular, pseudoconvulsiones, dificultad miccional.

c)Síntomas dolorosos: dolor difuso, dolor en extremidades, dolor de espalda, dolor articular, dolor al orinar, cefaleas.

d) Aparato reproductor: dispareunia, dismenorrea, irregularidad ciclos menstruales, hipermenorrea, vómitos a lo largo del embarazo, sensaciones quemantes en los órganos sexuales.

e) Cardiopulmonares: dificultad respiratoria en reposo, palpitaciones, dolor torácico, mareo.

f)Síndromes: alergias alimentarias extrañas, síndrome de fatiga crónica, síndrome de articulación temporomandibular, fibromialgia, sensibilidad medicamentosa múltiple.

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