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Significado psicosomático de dolencias en las partes del cuerpo

La enfermedad es el camino que nos lleva hacia la curación. Nuestro cuerpo es un universo que funciona con la misma perfección, precisión e inteligencia que el cosmos.

El 99,999% del átomo es vacío, por lo que nuestro cuerpo está proporcionalmente tan vacío como el espacio intergaláctico. Aunque nuestros sentidos, nos digan lo contrario.

Somos vacío y energía vibrando armónicamente. Energía es información inteligente, es vibración y por tanto es, sonido. Nuestro cuerpo también es como un delicado instrumento musical que puede desafinarse, cualquier perturbación en él lo puede afectar.

Muchísimas veces la enfermedad es el resultado de nuestra forma de pensar y de sentir, y sobre todo de nuestra actitud frente a los sucesos y circunstancias de nuestra vida que modifican nuestra energía. Porque muchas veces no es lo que nos pasa en la vida, sino como nosotros reaccionamos frente a los acontecimientos.

Nuestra forma de ver la vida, es lo que determina como nos va en la vida. Síntomas y enfermedades, manifestaciones físicas de conflictos psicológicos y emocionales. No son otra cosa que la punta del iceberg. Lo que se ve a simple vista, es una pequeñísima parte. La verdad permanece oculta en nuestro subconsciente.

El que busca verdaderamente una solución a su enfermedad tiene que ir hacia su interior para poder sanar. Sobre todo si padece una enfermedad incurable, porque enfermedad incurable en realidad quiere decir curable desde el interior, desde nuestra conciencia.

Cuando una persona sufre un desequilibrio en su interior más profundo a nivel psicológico o mental, se manifestará en su cuerpo como un síntoma o una enfermedad física o psíquica. Un síntoma o una enfermedad es un toque de atención, nos están avisando de que prestemos atención, porque algo erróneo está pasando.
Es un mensaje del alma, un aviso del universo, es hora de hacer un cambio en nuestra vida. Muchas veces es cuestión de cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de ver la realidad. Ya que nuestra forma de ver la realidad, determina nuestra realidad.

¿Con que ojos sueles mirar la realidad? El síntoma o la enfermedad son procesos físicos visibles de un proceso nuestro psicológico invisible. El síntoma no es un monstruo al que debamos eliminar, es sólo un sistema de alarma que se ha puesto en funcionamiento, es una lucecita roja que se ha encendido, avisándonos de que algo en nuestro interior no anda del todo bien.

De la misma forma que tampoco hay que eliminar la fiebre, sólo controlarla, que no sobrepase los 40º. La fiebre en realidad nos cura, hace que el metabolismo de todo nuestro cuerpo se intensifique de tal forma que quema todas las toxinas, virus, bacterias o todo tipo de desechos metabólicos que ensucian nuestro medio interno. La fiebre en realidad, no sólo está acelerando el proceso de curación, sino que nos está sanando.

Para curarnos lo que hay que hacer es investigar en nuestro interior más profundo y buscar la causa de la enfermedad. Hay que apartar la mirada del síntoma o de la enfermedad y buscar más allá. Ir al origen, ir a la raíz del problema.

La enfermedad sólo tiene un fin, ayudarnos a reparar nuestras faltas, errores o carencias. La enfermedad en realidad es el camino hacia la curación. De hecho saca al exterior lo que estaba escondido y oculto. La enfermedad es el camino hacia la perfección, porque nos mejora como personas (sino a la corta, a la larga) y nos aporta una serie de valores que quizás antes no teníamos.

Si hacemos examen de conciencia, finalmente descubriremos la parte positiva que nos aporta la enfermedad. Si realmente queremos curarnos, deberemos sincerarnos con nosotros mismos y llevar estas faltas o carencias a nuestra conciencia, reconocerlas como tal. Muchas veces el problema no es tener faltas, defectos o carencias, sino no darse cuenta de ellos. Reconociéndolos, tenemos hecho la mitad del camino.

Todo el mundo ve los defectos de los demás, pero ¡que difícil es ver nuestros propios defectos! Muchas veces las personas con las que interactuamos, son espejos de nosotros mismos. Aunque nosotros nos veamos muy diferentes a ellas, en el fondo no lo somos. La sinceridad para con uno mismo es una de las más difíciles peticiones que nos podemos hacer.

El síntoma y la enfermedad ponen en evidencia cuestiones reprimidas y mantenidas ocultas, y por tanto nos hacen sinceros.

Como seres humanos tenemos que aprender a comprender lo que la enfermedad viene a decirnos. Cada trastorno, molestia o síntoma que ocurre en nuestra vida significa que hay una necesidad no cubierta.

Debemos descubrir cuales son esas necesidades. Y descubrir las pautas mentales causantes, la mayoría de las veces suelen ser rabia, crítica,

auto-crítica, resentimiento, culpa, problemas afectivos, agresividad sin canalizar, problemas sexuales y todo tipo de pensamientos y emociones negativas.

SIGNIFICADO METAFISICO DE PROBLEMAS EN :

El pelo representa la fuerza. Cuando estamos tensos y asustados, es frecuente que nos fabriquemos estas «bandas de acero» que se originan en los músculos de los hombros y desde allí suben a lo alto de la cabeza; a veces incluso rodean los ojos. El pelo crece desde los folículos pilosos, y cuando hay mucha tensión en el cuero cabelludo, puede estar some­tido a una presión tal que no le deja respirar, provocando así su muerte y su caída. Si la tensión se mantiene y el cuero ca­belludo no se relaja, el folículo sigue estando tan tenso que el pelo nuevo no puede salir, y el resultado es la calvicie. Estar tenso no es ser fuerte. La tensión es debilidad. Es­tar relajado, centrado y sereno, eso es ser realmente fuerte. Sería bueno que todos relajásemos más el cuerpo, y muchos necesitamos también relajar el cuero cabelludo. Inténtelo. Dígale a su cuero cabelludo que se relaje, y ob­serve si hay alguna diferencia.

Los oídos representan la capacidad de oír. Cuando hay problemas con los oídos, eso suele significar que a uno le está pasando algo de lo que no se quiere enterar. El dolor de oídos indica que lo que se oye provoca enfado. Se trata de un dolor común en los niños, que a menudo tienen que oír en casa cosas que realmente no quieren escu­char. Con frecuencia, las normas de la casa prohíben a los niños expresar su enojo, y su incapacidad para cambiar las cosas les provoca el dolor de oídos. La sordera representa una negativa, que puede venir de mucho tiempo atrás, a escuchar a alguien. Observen que cuando un miembro de una pareja es «duro de oído», gene­ralmente el otro es charlatán.

Los ojos representan la capacidad de ver, y cuando tene­mos problemas con ellos eso significa, generalmente, que hay algo que no queremos ver, ya sea en nosotros o en la vida, pasada, presente o futura. Siempre que veo niños pequeños que usan gafas, sé que en la casa está pasando algo que ellos no quieren mirar. Ya que no pueden cambiar la situación, encuentran la manera de no verla con tanta claridad. Muchas personas han tenido experiencias de curación im­presionantes cuando se han mostrado dispuestas a retroce­der en el pasado para hacer una «limpieza», y tirar aquello que no querían ver uno o dos años antes de que tuvieran que em­pezar a usar las gafas. ¿No estará usted negando algo que sucede en su presen­te? ¿Qué es lo que no quiere enfrentar? ¿Tiene miedo de contemplar el presente o el futuro? Si pudiera ver con clari­dad, ¿Qué vería que ahora no ve? ¿Puede ver lo que está ha­ciéndose a sí mismo? Sería interesante considerar estas preguntas.

Los dolores de cabeza provienen del hecho de desautori­zarnos a nosotros mismos. La próxima vez que le duela la ca­beza, deténgase a pensar cómo y cuándo ha sido injusto con usted mismo. Perdónese, no piense más en el asunto, y el co­lor de cabeza volverá a disolverse en la nada de donde salió. Las migrañas o jaquecas se las crean las personas que quieren ser perfectas y que se imponen a sí mismas una pre­sión excesiva.
Los problemas en los senos paranasales, que se manifies­tan en la cara, en la zona más próxima a la nariz, significan que a uno lo irrita alguien que es una presencia muy próxi­ma en su vida. Hasta es posible que sienta que esa persona lo está sofocando o aplastando. Empezamos por olvidarnos de que las situaciones las creamos nosotros, y entonces abdicamos de nuestro poder, culpando a otra persona de nuestra frustración. No hay per­sona, lugar ni cosa que tenga poder alguno sobre nosotros, porque en nuestra mente la única entidad pensante somos nosotros. Nosotros creamos nuestras experiencias, nuestra realidad y todo lo que hay en ella. Cuando creamos en nuestra mente paz, armonía y equilibrio, eso es lo que en­contramos en la vida.

El cuello y la garganta son fascinantes porque es mucho lo que pasa en esa zona. El cuello representa la capacidad de ser flexibles en nuestra manera de pensar, de ver los diver­sos aspectos de una cuestión y de aceptar que otras perso­nas tengan puntos de vista diferentes.

La garganta representa nuestra capacidad de «defender­nos» verbalmente, de pedir lo que queremos, de decir «yo soy», etcétera. Cuando tenemos problemas con ella, eso sig­nifica generalmente que no nos sentimos con derecho a ha­cer esas cosas. Nos sentimos inadecuados para hacernos valer. El dolor de garganta es siempre enfado. Si además hay un resfriado, existe también confusión mental.

Los brazos representan nuestra habilidad y nuestra aptitud para abrazar las experiencias y vivencias de la vida. El brazo tiene que ver con las aptitudes, y el antebrazo con las habilidades. En las articulaciones almacenamos las viejas emociones, y los codos representan nuestra flexibilidad para cambiar de dirección. ¿Es usted flexible para cambiar de di­rección en la vida, o las viejas emociones lo mantienen atas­cado en un mismo punto?

Las manos sujetan, sostienen, estrechan, aterran. Deja­mos que las cosas se nos escurran de entre los dedos, o nos aferramos a ellas durante demasiado tiempo. Somos mani­rrotos, actuamos con mano dura, tenemos las manos de mantequilla, nos manejamos bien o somos incapaces de ma­nejar nada. Sujetamos algo por la manija, damos manotazos, casti­gamos a alguien por tener la mano larga o le echamos una mano, guardamos las cosas a mano, tenemos buena o mala mano, alguien es un manotas o nuestra mano derecha. Las manos pueden ser suaves y flexibles o estar endurecidas y nudosas por exceso de cavilaciones o retorcidas por la artritis y el espíritu crítico. Las manos crispadas son las ma­nos del miedo; miedo a perder, a no tener nunca lo suficien­te, a que lo que se tiene se vaya si no lo sujetamos firme­mente. Aferrarse demasiado a una relación no sirve más que para hacer que la otra persona huya, desesperada. Las manos fuertemente crispadas no pueden recibir nada nuevo. Sacu­dir las manos libremente, sueltas desde las muñecas, da una sensación de aflojamiento y de apertura. Lo que le pertenece no puede serle arrebatado, así que re­lájese.

Los dedos tienen cada uno su significado:

Los problemas en los dedos nos dicen dónde hay necesidad de relajarse y desentenderse.

Si se hace un corte en el índice, es probable que haya en usted algún temor relacionado con su yo en al­guna situación presente. El índice es el yo, y el miedo.

El pulgar es el dedo mental y re­presenta las preocupaciones.

El dedo del medio tiene que ver con el sexo y con la cólera. Cuando esté enojado, cójase el dedo del medio y verá cómo se disuelve el enojo. Coja el de la mano derecha si el enojo es con un hombre, y el de la mano izquierda si es con una mujer.

El anular representa las uniones y el sufri­miento.

El meñique tiene que ver con la familia, y la fal­sedad.

La espalda representa nuestro sistema de apoyo emocional.

Tener problemas con ella significa generalmente que no nos senti­mos apoyados, se suele sentir una falta de apoyo en la vida.

Suelen ser personas que se sobrecargan de trabajo y presión, más de la que pueden aguantar. Y sienten este exceso de tensión en forma de dolor de espalda. Cargar demasiada responsabilidad sobre nuestras espaldas revela un afán oculto de grandeza o quizás un complejo de inferioridad.

La parte superior de la espalda tiene que ver con la sen­sación de no tener apoyo emocional. «Mi marido (mujer, amante, amigo o jefe) no me entiende o no me apoya.» es un sentimiento de falta de apoyo emocional. Sensación de no ser amado.

La parte media de la espalda se relaciona con la culpa, con todo eso que dejamos a nuestras espaldas. Sensación de llevar una pesada carga, atascamiento en el pasado. ¿Tiene usted miedo de ver lo que hay allí detrás, a sus espaldas? ¿Quizá se lo está ocul­tando? ¿Se siente apuñalado por la espalda? El lumbago: ¿Se encuentra realmente agotado? Sus finanzas,

¿están he­chas un lío, o usted se preocupa excesivamente por ellas? Entonces, es probable que tenga molestias en la zona lum­bar.

La causa está en la falta de dinero o el temor de no tener lo suficiente. La cantidad que usted tenga no tiene nada que ver con eso.

Hay tanta gente que siente que el dinero es lo más impor­tante que hay en la vida, y que no podríamos vivir sin él… Pero eso no es cierto. Hay algo mucho más importante y más precioso para nosotros, sin lo cual no podríamos vivir. ¿Qué es? Pues, el aire. El aire es la sustancia más preciosa para la vida, y sin em­bargo, cuando lo exhalamos estarnos seguros de que habrá más aire para seguir respirando. Si no lo hubiera, no dura­ríamos ni tres minutos. Pues entonces, si el Poder que nos ha creado nos ha dado el aire y la capacidad de respirar suficiente para todo el tiempo que hayamos de vivir, ¿no po­demos confiar en que también todas nuestras demás nece­sidades están previstas?

Los pulmones representan nuestra capacidad de recibir y dar vida.

Los problemas pulmonares suelen significar que tenemos miedo de recibir la vida, o quizá que nos sentimos sin derecho a vivir plenamente.

Los pechos representan el principio de la maternidad. Cuando hay problemas con ellos, eso significa generalmen­te que nos estamos «pasando» en nuestro rol de madres, ya sea en relación con una persona, un lugar, una cosa o una experiencia.

El corazón representa el amor, y la sangre el júbilo. El corazón es la bomba que, con amor, hace que el júbilo cir­cule por nuestras venas. Cuando nos privamos del amor y el júbilo, el corazón se encoge y se enfría, y como resultado, la circulación se hace perezosa y vamos camino de la anemia, la angina de pecho y los ataques cardíacos.

El estómago se lo traga todo, digiere las ideas y experien­cias nuevas que tenemos. Si tiene problemas digestivos debería hacerse estas preguntas: ¿Qué (o quién) es lo que usted no puede tragar? ¿Y lo que le revuelve el estómago? ¿Qué no puede «asimilar»? ¿Qué idea le cuesta digerir? Cuando hay problemas de estómago, eso significa gene­ralmente que no sabemos cómo asimilar las nuevas expe­riencias: tenemos miedo.

Los genitales representan lo que hay de más femenino en una mujer, su feminidad, o lo que hay de más masculino en un hombre, su masculinidad; nuestro principio femeni­no o nuestro principio masculino. Cuando no nos sentimos cómodos con nuestra condición de hombres o mujeres, cuando rechazamos nuestra sexuali­dad, cuando no aceptamos nuestro cuerpo por sucio o peca­minoso, es frecuente que tengamos problemas con la zona genital.

El colon representa nuestra capacidad de soltar y liberar aquello que ya no necesitamos. Para adaptarse al ritmo per­fecto del fluir de la vida, el cuerpo necesita un equilibrio en­tre ingesta, asimilación y eliminación. Y lo único que blo­quea la eliminación de lo viejo son nuestros miedos. Aunque las personas estreñidas no sean realmente mezquinas, generalmente no confían en que siempre vaya a ha­ber lo suficiente. Se aferran a relaciones antiguas que las hacen sufrir, no animan a deshacerse de prendas que guar­dan desde hace años en el armario por temor a necesitarlas algún día, permanecen en un trabajo que las limita o no se permiten jamás ningún placer porque tienen que ahorrar para cuando vengan días malos. ¿Acaso revolvemos la basura de anoche para encontrar la comida de hoy? Aprendamos a confiar en que el proceso de la vida nos traerá siempre lo que necesitemos.

Las rodillas se relacionan con la flexibi­lidad, sólo que ellas hablan de inclinarse y de ser orgulloso, del yo y de la obstinación.

Con frecuencia, cuando avanza­mos, nos da miedo inclinarnos y nos ponemos tiesos. Y eso vuelve rígidas las articulaciones. Queremos avanzar, pero no cambiar nuestra manera de ser. Por eso las rodillas tar­dan tanto en curarse, porque está en juego nuestro orgullo y nuestra auto justificación.

La próxima vez que tenga algún problema con las rodi­llas, pregúntese de qué está justificándose, ante qué está ne­gándose a inclinarse. Renuncie a su obstinación y aflójese. La vida es fluencia y movimiento, y para estar cómodos debemos ser flexibles y fluir con ella. Un sauce se dobla y se mece y ondula con el viento, y está siempre lleno de gracia y en armonía con la vida.

Los pies tienen que ver con nuestro entendimiento, con la forma en que nos entendemos y en que entendemos la vida, tanto el pasado como el presente y el futuro.

A muchos ancianos les cuesta caminar. Su entendimiento se ha vuelto parcial y retorcido, y con frecuencia sienten que no tienen adonde ir. Los niños pequeños se mueven con pies alegres, danzarines. Los ancianos suelen arrastrarlos como si se negaran a moverse.

La piel representa nuestra individualidad, y los problemas dérmicos suelen significar que de algún modo la sentimos amenazada.

Tememos que otros tengan poder sobre noso­tros.

Nos sentimos despellejados vivos, le arrancamos a al­guien la piel a tiras, tenemos afinidades o rechazos de piel, decimos que un niño es de la piel de Barrabás, andamos con los nervios a flor de piel. Una de las maneras más rápidas de curar los problemas de piel es nutrirse uno a sí mismo repitiendo mentalmente, vanos centenares de veces por día: «Me apruebo…». Así re­cuperamos nuestro propio poder.

Los accidentes no son accidentales. Como todo lo demás que hay en nuestra vida, nosotros los creamos inconscientemente.

No se tra­ta de que nos digamos que queremos tener un accidente, sino de que nuestros modelos mentales pueden atraer hacia nosotros un accidente. Parece que algunas personas fueran «propensas a los accidentes», en tanto que otras andan por la vida sin hacerse jamás un rasguño. Es por este motivo por el que mucha gente pierde la vida en un accidente «flojo» y otros salen sanos y salvos de un accidente muy fuerte e increíblemente peligroso que no saben ni como se han salvado.

Los accidentes son expresiones de cólera, que indican una acumulación de frustraciones en alguien que no se siente libre para expresarse o para hacerse valer. Indican también rebelión contra la autoridad.

Nos enfurecemos tanto que queremos golpear a alguien y, en cambio, los golpeados so­mos nosotros.

Cuando nos enojamos con nosotros mismos, cuando nos sentimos culpables, cuando tenemos la necesidad de cas­tigarnos, un accidente es «una forma de conse­guirlo».

Puede que nos resulte difícil creerlo, pero los accidentes los provocamos nosotros; no somos víctimas desvalidas de un capricho del destino. Un accidente nos permite recurrir a otros para que se compadezcan y nos ayuden al mismo tiempo que curan y atienden nuestras heridas. Con frecuen­cia también tenemos que hacer reposo en cama, a veces du­rante largo tiempo, y soportar el dolor. El sufrimiento físico nos da una pista sobre cuál es el do­minio de la vida en que nos sentimos culpables. El grado de daño físico nos permite saber hasta qué punto era severo el castigo que necesitábamos, y a cuánto tiempo debíamos es­tar sentenciados.

La artritis es una enfermedad que se origina en una constante actitud de crítica. En primer lugar, la persona se criti­ca a sí misma, pero también critica a los demás. Los artrí­ticos suelen ser muy criticados, porque su propio estilo es criticar; entonces cargan con la maldición del «perfeccionis­mo», es decir, con la necesidad de ser perfectos siempre y en cualquier situación. ¿Conoce usted a alguien en este planeta que sea «perfec­to»? Yo no. ¿Por qué nos imponemos normas que nos exi­gen que seamos «superpersonas» para sentirnos apenas aceptables? Ésta es una expresión muy fuerte del «no sirvo», y es una carga pesadísima de llevar.

El asma decimos que es un «amor que sofoca». La per­sona tiene la sensación de no tener derecho a respirar por su cuenta.

Los niños asmáticos suelen tener una «conciencia sobre desarrollada»; asumen las culpas de todo lo que anda mal en su medio, se sienten «indignos», no valiosos y, por consiguiente se sienten culpables y merecederos de castigo.

A veces, el cambio de clima cura a los asmáticos, especial­mente si no los acompaña la familia. En general, al crecer, los niños asmáticos «dejan atrás» su enfermedad, lo que en realidad significa que se van a estu­diar a otra ciudad o a otro país, se casan o por algún otro motivo se van de casa, y la enfermedad se disuelve.

Con fre­cuencia, más adelante pasan por alguna experiencia que vuelve a accionar aquel antiguo interruptor que llevan den­tro, y entonces tienen otro ataque. Cuando eso sucede, en realidad no es una respuesta a las circunstancias del momen­to, sino más bien a lo que solía sucederles en su infancia.

El cáncer es una enfermedad causada por un profundo resentimiento contenido durante muchísimo tiempo, hasta que literalmente va carcomiendo el cuerpo. En la infancia sucede algo que destruye nuestro sentimiento de confianza. Esta es una experiencia que jamás se olvida, y el individuo vive compadeciéndose de sí mismo y se le hace difícil culti­var y mantener durante mucho tiempo relaciones

significa­tivas. Con un sistema de creencias así, la vida se muestra como una serie de decepciones. Un sentimiento de desespe­ranza, desvalimiento y pérdida se adueña de nuestro pensa­miento, y nada nos cuesta culpar a otros de todos nuestros problemas.

El exceso de peso representa una necesidad de protec­ción. Tratamos de protegernos de heridas, agravios, críticas, abusos e insultos, de la sexualidad y de las insinuaciones se­xuales de un miedo general a la vida, y también de miedos específicos. Luchar contra la obesidad es perder tiempo y energía. Las dietas no funcionan, porque tan pronto como se las inte­rrumpe, el peso vuelve a aumentar. Amarse y aprobarse, confiar en el proceso de la vida y depositar su segundad in­terna en el conocimiento del poder de su propia mente son los elementos básicos de la mejor dieta que conozco.

Pón­gase a dieta de pensamientos negativos, y el problema de peso actual con el tiempo se resolverá solo.

La diabetes (híper-glucemia) : Afecta a personas que tienen un afán no reconocido de realización amorosa y no son capaces de aceptar y abrirse al amor. El amor y lo dulce tienen una estrecha relación.

El niño disfruta con el dulce, está en un periodo de su vida, en que necesita mucho amor. Y un adulto con carencias afectivas tenderá a darse un gusto con un dulce o con la comida en general, intentando compensar esa carencia.

El hígado: Es el órgano encargado de que la energía y la sangre fluyan por el cuerpo sin interrupciones, es el órgano que mantiene “libres las vías de paso”. Cuando el Hígado se ve afectado por su emoción, la ira, es frecuente que se produzca un bloqueo en la circulación energética por resentimiento, enojo reprimido, frustración, irritación, rabia, indignación, animosidad o amargura. Si estos estados persisten durante mucho tiempo, el Hígado se ve afectado provocando estancamiento a la parte alta del cuerpo. Las emociones que afectan al hígado a largo plazo son: ira reprimida, venganza, enfado constante, ego.

Los riñones: son la sede de la convivencia y de la comunicación con el prójimo. Los dolores y afecciones de los riñones se presentan cuando hay problemas de convivencia, problemas de relación con nuestros semejantes, a nivel espiritual tener problemas en ellos significa : que tenemos muchos miedos, inseguridades, baja autoestima, miedo a la vida, falta de confianza en nosotros mismos, vergüenza, fracasos.

Esclerosis múltiple: rigidez mental, dureza de corazón contra sí mismos y contra el mundo, miedo, inflexibilidad. No aceptar otra forma de ver las cosas. Su mismo nombre ya lo indica, múltiples endurecimientos. Al ser incapaces de imponerse, su frustración la interiorizan re-dirigiéndola contra sí mismos.

Vértigos: Las personas con vértigos tienen una obstinada negativa a mirar, porque lo que ven en su vida o su alrededor no les agrada. Sus pensamientos están dispersos, van y vienen. Tiroides: Las personas con problemas detiroides, sienten que no pueden nunca hacer lo que desean, además de un sentimiento de humillación. Hipotiroidismo: desesperanza, bloqueo, la persona renuncia a todo intento. Hipertiroidismo: rabia por ser dejado de lado.

Gripe, catarro, resfriado: cuando padecemos algo de esto suele ocurrir que alguna situación de nuestra vida, nos ha hinchado las narices (metafóricamente) y nos está produciendo enfado (conflicto mental) y esa rabia se acaba manifestando en nuestro cuerpo. El conflicto mental al igual que un disgusto provoca el debilitamiento del sistema inmunológico y por tanto mayores posibilidades de enfermar.

La mandíbula: Los dolores o problemas en la mandíbula suelen ser conflictos emocionales: por Cólera, resentimiento, deseo de venganza,etc.

El páncreas: Representa la dulzura de la vida. miedo a ser amado. Incapacidad de demostrar los sentimientos.

SIGNIFICADO PSICOSOMATICO DE LAS PARTES DEL CUERPO:

El pelo: «En el radica Mi fuerza «.

El cuero cabelludo: «Es Mi fe y mi lado divino»

La cabeza: «Es Mi individualidad»

Los ojos: «Es Mi capacidad de ver»

Las orejas (oídos): «Es Mi capacidad de oír»

La nariz: «Es Mi capacidad de oler o sentir a las personas o situaciones».

Los labios: «Mi labio superior está relacionado con el lado femenino y el labio inferior con el lado masculino» .

Los dientes: «Mis decisiones, vinculadas al lado femenino arriba, vinculadas al lado masculino, abajo».

El cuello: «Mi flexibilidad, mi capacidad para ver varios lados de las situaciones de la vida».

La garganta: «La expresión de mi lenguaje verbal y no verbal, mi creatividad».

Los hombros: «Mi capacidad para llevar una carga, responsabilidades».
Los brazos: «Mi capacidad para tomar a las personas o las situaciones de la vida. Son la prolongación del corazón. Sirven para ejecutar las ordenes. Están vinculados a lo que hago en mi vida, por ejemplo mi trabajo».

Los codos: «Mi flexibilidad en los cambios de direcciones en mi vida».

Los dedos: «Los pequeños detalles de lo cotidiano:

– pulgar: vinculado a las inquietudes o a mi intelecto o a mi audición. – índice: Vinculado a miedos o a mi personalidad (ego) o a mi olfato. – mayor: Vinculado a la ira o mi sexualidad o a mi visión. – anular: Vinculado a pena o a mi unión o a mi tacto

El corazón: Mi amor.
La sangre: La alegría que circula en mi vida.
Los pechos: Mi lado materno
Los pulmones: Mi necesidad de espacio, autonomía, Vinculados a mi sentimiento de vivir.
El estómago: Mi capacidad para digerir nuevas ideas.
La espalda: Mi soporte, mi apoyo.
Las articulaciones: Mi flexibilidad, mi capacidad para doblarme a las diferentes situaciones de mi vida.
La piel: Mi vínculo entre mi interior y mi exterior (equilibrio).
Los huesos: La estructura de las leyes y principios del mundo en el cual vivo.
El útero: Mi hogar. Los intestinos: (sobre todo el grueso, el colón): mi capacidad para soltar, dejar fluir lo que me es inútil y dejar fluir los acontecimientos de mi vida.
Los riñones: La sede del miedo. miedos, inseguridades.
El páncreas: La alegría que está en mí.
El hígado: La sede de la crítica. Irá reprimida.
Las piernas: Mi capacidad para adelantar en la vida, ir hacía el cambio, hacía las nuevas experiencias.
Las rodillas: Mi flexibilidad, mi amor propio, mi orgullo, mi testarudez.
Los tobillos: Mi flexibilidad en las nuevas direcciones del futuro.
Los pies: Mi dirección (quedarse en el mismo sitio). Mi comprensión de mí mismo y de la vida (pasado, presente, futuro).

Los dedos de los pies: Los detalles de mi porvenir.