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Santa Marta

Vida y leyenda de Santa Marta:

Santa Marta era una mujer de fe, cercana a Jesucristo, que le atendió en su propia casa. En su boca el Evangelista Juan pone una de las declaraciones de fe más grandes del Evangelio “Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Conjeturas más o menos acertadas nos hablan de su familia, o si estuvo junto a la cruz del Señor, cosa probable, puesto que Mateo dice “estaban allí muchas mujeres que le seguían”.

Santa Marta, anfitriona de nuestro Señor Jesucristo, nació de una familia noble. Sus padres se llamaban Siro y Encharia. El padre era duque de Siria y las había dejado una buena herencia en Betania y Jerusalén. Marta jamás se casó y permaneció virgen, contenta de servir al Señor, tanto en su mesa, como por la fe.

Después de la Ascensión de nuestro Señor, y partir los discípulos, ella con su hermano Lázaro y su hermana María, San Maximino y muchos otros, ya bautizados y llenos del Espíritu Santo fueron metidos en un buque sin velas, ni remos ni timón y abandonados en el mar, llegaron hasta Marsella, desde donde fueron a Aix, convirtiendo a la gente a la fe de Cristo. Marta llamaba la atención por su fe y pureza.

En esa época, en un lugar entre Arles y Aviñón, había un gran dragón, nacido de un leviatán y que había llegado allí por mar desde Galicia. El monstruo entró en tierra y se comió a un hombre, la gente asustada se encomendó a las oraciones de Marta y ella, arrojándole agua bendita, y mostrándole una cruz (que se venera en Anon), lo amansó como una oveja, atándole con su propia faja y fue muerto con lanzas y espadas por el pueblo. Lo del dragón fue en Tarascón, por lo que se le ha llamado tarasca y ha sido asociado al monstruo del Lago Ness.

Luego de ello, Marta, con permiso de San Maximino, y de su hermana, se quedó en aquel sitio para predicar y dedicarse a la oración y penitencia. Construyó un monasterio y una iglesia en en honor de la Santísima Virgen María, donde llevó una austera vida, evitando la carne y grasa, huevos, queso y vino, y comiendo una vez al día. Cien veces al día y cien veces de noche doblaba sus rodillas en oración.

En Avignon, mientras predicaba entre la ciudad y el río del Ródano, un joven, deseoso de escuchar sus palabras, se tiró al río porque no había barco que le cruzara. Comenzó a nadar, pero de repente fue tomado por la fuerza del agua, se ahogó y el cuerpo fue encontrado al día siguiente. Llevaron el cadáver a los pies de Marta y esta, haciendo la señal de la cruz cayó al suelo y oró: Oh, Señor Jesucristo, que en que un día resucitaste a mi bien amado hermano, ten a bien resucitar a este joven. Lo tomó de la mano, y de inmediato resurgió la vida y recibió el santo bautismo. Martilla, criado de Marta, que después entró en Esclavonia, y predicó el evangelio de Cristo, escribió su vida, y después de diez años de la muerte de Santa Marta, descansó en el Señor.

Eusebio el historiador nos dice que aquella hemorroisa del Evangelio era Marta. Marta murió con grandes consuelos del Señor, que apareció a San Frontonio y le llevó por los aires junto a sus diáconos para que la enterrasen y cantaran misa sobre el sepulcro de Marta. Frontonio dejó allí su anillo y guantes, por olvido, lo que sirvió de prueba.

El mismo Señor le aseguró que los devotos de su santa anfitriona cuando vivía, no padecerían al momento de la muerte. Clodoveo, rey de Francia, después de ser bautizado, enfermó, fue al sepulcro y allí recibió la salud.

Santa Marta se celebra el 29 de julio (antiguamente con el adjetivo “virgen”, hoy eliminado), y de ella se reza el oficio de santas mujeres. Sus atributos más comunes son el acetre e hisopo de agua bendita, el dragón, una lanza que termina en cruz, la antorcha (la luz de la fe) y el libro (los evangelios).

Es patrona de las amas de casa, la hostelería, contra los maridos infieles y difíciles (por la tarasca que amansó). Hay sitios donde se acostumbra a poner en la boca del dragón, dentro del acetre o a los pies de Marta un papel con el nombre de los hombres rebeldes.

 

NOVENA DE LOS MARTES EN HONOR A SANTA MARTA, IMPLORANDO SU PROTECCIÓN:

Por la señal… Señor mío Jesucristo…
Dios de piedad y de misericordia: Envíanos la luz y el aliento de tu gracia, para que este breve acto de devoción con que obsequiamos a vuestra hospedadora en la tierra; Santa María, modelo, protectora y madre nuestra, sea todo para la mayor gloria de Vos, y nuestro saludable provecho, temporal y eterno.


INVOCACIONES:


Santa Marta que firmemente creías que tu Huésped, Jesús, era el Hijo de Dios vivo que resucitaría y abriría de resucitarnos: pídele que aumente nuestra FE, padre nuestro…

Santa Marta que confiadamente esperabas que si Jesús hubiera estado contigo no hubiera muerto tu hermano porque todo se lo da su Eterno Padre: pídele que aliente nuestra ESPERANZA, padre nuestro…

Santa Marta que mostraste el celestial amor en que ardías, desviviéndote por obsequiar al Divino Maestro cuando se cobijaba en tu hogar: pídele que prenda y avive nuestra CARIDAD, padre nuestro… Petición

 

ORACIÓN:

¡Oh gloriosa protectora nuestra! Desde el Cielo donde gozas del eterno galardón con que paga tu divino Huésped el amparo que a EL o a sus pobres se diere, intercede por nosotros, tus hijos y devotos, para que alcancemos, si nos conviene, lo que acabamos de pedirte, y sobre todo, la gracia de imitarte, hospedando ahora a Jesús en nuestra alma por la práctica de las virtudes, para después al morir ir a gozar de EL, como tú, a las mansiones de la perpetua dicha.

 

SANTA MARTA:

Festividad: 29 de julio

Siglo I. hermana de San Lázaro y Santa María Magdalena, por su solicitud y actividad en el servicio de Jesucristo, Nuestro Señor, es invocada como protectora especial de cosas urgentes y difíciles, ya que ella obtuvo con sus súplicas la resurrección de Lázaro.

Patrona: cocineras, sirvientas, amas de casa, hoteleros, casas de huéspedes, administradores de hospitales, escultores, pintores, lavanderas, de las hermanas de la caridad, moribundos, del hogar.

 

ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA A SANTA MARTA:

Oh Santa Marta dichosa, que tantas veces tuviste el honor y la alegría de hospedar a Jesús en el seno de tu familia, de prestarle personalmente tus servicios domésticos, y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena, gozaste de su divina conversación y doctrina, ruega por mí y por mi familia, para que en ella se conserve la paz y el mutuo amor, para que todos sus miembros vivan en la observancia de la Ley de Dios, y para que sólo Dios, y no el mundo ni el pecado, reine en nuestro hogar. Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal, ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados, y concédeme la dicha de verlos unidos bajo la mirada paternal de Dios en la tierra, para volver a verles reunidos en las moradas del cielo. Así sea.

ORACIÓN PARA LOS QUE MANTIENEN CASAS DE HUÉSPEDES :

Amable protectora mía, Santa Marta, que tuviste la inefable dicha de hospedar a Jesús en tu casa. Dichosa tu mansión de Betania, bendecida tantas veces con la presencia del Huésped divino, y cuyos moradores, tú misma y tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena, fuisteis tantas veces honrados con las vi sitas de Jesús, de su Madre Santísima y de los Apóstoles. No permitas, Santa mía, que entre los que se hospedan en mi casa haya ninguno que hospede en su corazón al demonio, sea motivo de escándalo, o atraiga con su mala conducta las iras de Dios sobre mí y mi familia.

Santa bendita, que viviste en compañía de santos, bendice mi casa, bendice a mis huéspedes, para que en todos reinen la concordia y el amor de Dios.

Ayúdame en el cumplimiento exacto de mis deberes y en la administración de mis bienes y negocios, para que aún cuando, por mi condición y estado de vida, tenga que ocuparme de las cosas de la tierra, jamás me olvide que mi patria verdadera y mi último destino es el cielo. Así sea.

LOS VEINTINUEVE DE CADA MES A SANTA MARTA:

Oh Santa Marta milagrosa, me acojo a tu amparo y protección entregándome a ti, para que me ayudes en mi tribulación, y en prueba de mi afecto y agradecimiento, te ofrezco propagar tu devoción. Consuélame en mis penas y aflicciones, te lo suplico por la inmensa dicha que alegró tu corazón al hospedar en tu casa de Betania al Salvador del mundo; intercede por mí y por toda mi familia para que conservemos siempre en nuestros corazones a nuestro Dios viviendo en su gracia y detestando toda ofensa contra El; para que sean remediadas nuestras necesidades y en especial esta que ahora me aflige (hágase la petición). Te suplico me ayudes a vencer las dificultades con la fortaleza con que venciste, por el poder de la Cruz, al dragón que tienes rendido a tus pies. Así sea.

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