Desear justo aquello que no tienes suele ser un patrón que todos, en mayor o menor medida, hemos experimentado alguna vez (por no decir muchas veces).
Es el “síndrome de la pieza faltante”, es decir, tener fijación justamente por eso que no posees, llegando a veces incluso a rozar la obsesión: si yo deseo quedarme embarazada, a mi alrededor solo veo embarazadas; si lo que quiero es un trabajo, en mi entorno no paro de ver éxito profesional. Y así podríamos seguir con una larga lista de situaciones…
Siempre tenderemos a estar insatisfechos porque es una regla motivacional básica: motivarse es moverse y para moverse hay que tener cierto desequilibrio y cierta inquietud. Es algo razonable y lógico llegar a una meta y pensar en la siguiente, el problema llega cuando al mismo tiempo, no disfrutamos de lo que tenemos.
¿Y por qué a veces nos cuesta tanto? La idealización suele jugarte malas pasadas.
Añoras o deseas algo porque crees que vas a estar mejor y en realidad, no puedes saber con certeza cómo actúa sobre ti una situación hasta que la vives en tu propia piel.
Idealizar es dar un valor a algo «a ciegas», un valor que normalmente después no se corresponde con el real.
Ser consciente de todo ello es el primer paso para poder disfrutar de tu día a día: “Hay que tomar conciencia de lo que tienes, de lo que eres, disfrutar del día a día y de lo que la vida te ofrece”.
Hay que parar, y hacer un listado de logros, por escrito, de todo lo que hemos conseguido en nuestra vida, hasta de las cosas que nos parezcan banales. Este simple gesto te ayuda a darte cuenta de todo lo que has conseguido, te sube la autoestima, te aporta seguridad y te hace tomar conciencia de que en realidad lo que se ha conseguido son muchas cosas.
Vivir el momento es fundamental porque muchas veces la satisfacción es más el esfuerzo, el camino, lo que hacemos que la meta o lo que tratamos de conseguir, que es mas un símbolo o un mito. Por eso, cuando lo logramos, deja de tener valor…”.
Pero los consejos prácticos no acaban aquí. Apunta un puñado de sugerencias que te ayudarán a desprenderte de idealizaciones e insatisfacciones, para pasar a enfocar toda tu energía en positivo y poder disfrutar así (y siempre), del camino.
– Si te comparas con los demás, que tenga lógica:
La frase “siempre queremos lo que no tenemos” puede valorarse siempre en función con la comparación que nos hagamos con los demás. Es decir, depende de a quién o dónde mires para desear una cosa u otra. Por ello, es importante “compararnos con gente o metas que estén a nuestro nivel, y no ponernos objetivos por encima de lo que podemos lograr. Incluso también es bueno mirar a los que tienen menos…”,
– Márcate objetivos:
Pero no cualquiera. Hay cuatro requisitos que debes cumplir: tiene que ser un objetivo real, alcanzable (según a lo que tú estés dispuesto), medible (hay que marcar un trayecto en el que notar que damos pequeños pasos hacia ese objetivo) y tiene que estar acotado en el tiempo. De esta forma podrás focalizarte en el objetivo y trazar un plan de acción que te ayude a alcanzarlo y por ende, a sentirte satisfecha.
– Conócete mejor:
La pieza clave formarnos en conocimiento de por qué somos como somos. Tomar conciencia de cómo somos y de cómo queremos ser. Muchas veces entramos en el bucle y ritmo vertiginoso de nuestras vidas, sin pararnos a pensar qué es lo que nos gusta y qué no. Qué estamos dispuestos a permitir y qué no. Si ahondas un poco en conocerte mejor, hallarás más respuestas y no mirarás tanto al de al lado (y por tanto, no desearás tanto lo que no tienes).
– Refuerzo positivo:
Una parte que muchas veces, está muy olvidada. Tenemos que felicitarnos por lo que vayamos consiguiendo. En definitiva, hay que celebrar los logros: prueba, y verás cómo disminuye tu insatisfacción.
– Aprende:
Cuando nos equivocamos, uno de los mejores salvavidas puede ser aprender la lección para no caer en la misma piedra, algo que te ayudará a sentirte mejor. En ese sentido, y hablando de aprendizaje, nos anima a que, cuando consigas un objetivo tienes que pensar qué has tenido que hacer para alcanzarlo, qué momentos buenos has tenido que pasar, y sentir, recordar cómo te sentías. Esto alimentará ese motor que solo te lleva a un lugar: hacia delante.
– Confía en ti:
No te olvides de otra pieza clave del puzzle: todo (y que valga como mantra en tu vida), depende del cristal con el que lo mires. Cierto inconformismo e infelicidad es bueno para motivarnos, para movernos, pero solo en su justa medida. La felicidad siempre es efímera, momentánea, y se basa en cómo vemos las cosas. Y esto es una muy buena noticia: en tu mano están (casi) todas las cosas: utiliza este poder para ver siempre en positivo.