Maneki-Neko: historia, leyenda y significados del gato de la suerte japonés
En Japón, los gatos encarnan toda una simbología pasada, presente y futura. Si hay algo que desenvuelve y explica todas las dimensiones históricas de este país es este animal. Que no tendrá siete vidas como cuenta la leyenda, pero vive en las 47 prefecturas en las que se divide la nación insular. De hecho, en algunas de sus islas habitan más felinos que humanos. Desde los gatos del arte antiguo de los grabados conocido como Ukiyo-e y los gatos mitológicos de la cultura ancestral a ‘Hello Kitty’ o ‘Doraemon’, no hay siglo o generación que no se haya reflejado en ellos.
Seguro que lo has visto en decenas de ocasiones. En escaparates, en casas, haciendo las veces de muñeca flamenca sobre el televisor, en alguna repisa o estantería, igual hasta tienes uno porque te resulta simpático. El Maneki-Neko es toda una estrella de la decoración en occidente, donde a menudo se le ha vaciado de significado (esa cultura de la importación turística moderna), pero es mucho más su lugar de origen.
El gato que invita a pasar
Con una pata levantada con la que invita a pasar o saluda a quienes pasan por delante, la sociedad japonesa cree que estas figuras gatunas traen buena suerte. De hecho, «maneki neko» significa literalmente el «gato que invita a pasar» o «gato que hace señas», señas a la buena fortuna. Como un deseo para tener éxito, allí se exhiben en la entrada de cualquier edificio, desde tiendas, restaurantes, escuelas, a hogares, no hay dimensión de la vida cotidiana de los japoneses que no contemple este felino.
Los gatos ya vivían en la corte, apreciados por emperadores, pero también por los campesinos cuando este entró en escena. Se creía que los ancestros del gato doméstico común de Japón, o ieneko, llegaron a través de la ruta de la seda en algún momento durante el período Nara (710-794) o principios del período Heian (794-1185). En aquella época, fueron llevados en barcos para proteger de las ratas los rollos budistas.
La leyenda del templo Gotokuji
Sin embargo, en 2011, los arqueólogos encontraron en las ruinas de Karakami, construidas durante el período Yayoi (300 a. C.-300 d. C.) en la isla de Iki, dentro de la prefectura de Nagasaki, huesos que posteriormente se identificaron como pertenecientes a un gato doméstico, entendido hasta ahora como el más antiguo de Japón.
Según cuenta la historia, alrededor de 1620, el templo Gotokuji en Setagaya-ku, Tokio, se mantenía en un muy mal estado debido a problemas financieros para su remodelación. En el pequeño templo vivía un monje pobre y su gata Tama. Animal y humano compartían aquella miseria, la escasa comida y el refugio que les quedaba.
Un día, de camino a casa, un samurái de la provincia de Hikone llamado Naotaka Ii decidió tomar un descanso bajo un gran árbol cerca del templo. De repente, quedó atrapado allí, bajo una tormenta eléctrica, y en su espera se topó con un gato que parecía saludarle con la pata, invitándole a pasar al templo. El samurái le siguió, adentrándose en el edificio justo en el momento en que un rayo atravesaba el mismo árbol bajo el que se había guardado segundos antes. Aquello le resultó a Nakaota una auténtica obra divina, y agradecido donó una gran cantidad de dinero al templo.
Un animal popularmente mágico
Esto es solo una muestra antigua más de lo que explica Davisson cuando apunta que en Japón se ha ido conformando desde siglos atrás la creencia popular de que cuando las cosas viven demasiado tiempo, o de manera peculiar, manifiestan poderes mágicos. Así, la naturaleza misteriosa natural de los gatos, su capacidad para estirarse en proporciones aparentemente antinaturales, cómo pueden caminar sin hacer ruido y sus ojos brillantes que cambian de forma en la noche, junto con esa aura de provenir de fuera del mundo conocido conforman la opción perfecta de animal mágico.
No sabemos si aquella gata era blanca, o negra, o de diferentes colores, pero a partir de ella nacía el símbolo del gato de la buena suerte. Originalmente, el Maneki-Neko era solo blanco, por eso de que el color blanco se relaciona con la buena suerte y, en general, la buena fortuna.
Más tarde surgió su opuesto, el negro, que se buscaba para protegerse del mal. Y así, poco a poco, llegaron más: el rojo es para la buena salud, el amarillo, el rosa es para el romance o el dorado, el más conocido fuera de las fronteras japonesas, para la riqueza.
Por supuesto, la del monje y su gata no es la única leyenda que trata de ubicar el origen de este objeto de la cultura popular nipona. Hay una teoría que dice que este se originó en Usugumo Dayū, una cortesana oiran del viejo Yoshiwara, cuyo amado gato la protegió de una serpiente gigante.
Colores, gestos y significados
Sin un punto de partida concreto, ese misterio parece darle más valor a todos los millones de Maneki-Neko que se fabrican hoy. Algunas de estas figuras son actualmente eléctricas o funcionan con baterías, tienen tonos neón, mueven la pata lentamente como haciendo señas, incluso mueven los ojos.
Muchas de ellas se usan como huchas.
Asimismo, algunas también tienen una moneda en la pata llamada «koban» (小判), monedas de gran valor que se usaron durante el Período Edo.
Las raíces de sus collares rojos se remontan a la literatura del año 1002, y siguieron apareciendo en los retratos del período Edo entre 1603 y 1868
Otro detalle curioso de ellas son sus collares, tal vez el segundo elemento más significativo tras su pata alzada. Todos portan un collar rojo, y no es por casualidad o costumbre. «Hay un pasaje en el ‘Makura no Sōshi’ o ‘Libro de la almohada’ (del año 1002) que describe a un gato blanco con correa roja que lo arrastra como si estuviera encantado.
Además, los retratos del período Edo a menudo incluyen un gato blanco y negro con un collar rojo, basado en la historia de la Tercera Princesa del Cuento de Genji. Esas son las raíces de los collares rojos que todavía podemos ver en ellos.
Ten en cuenta, además, que si saluda con la pata derecha, se dice que trae prosperidad y dinero. Si saluda con la pata izquierda, atrae visitas, y también se cree que, cuanto más alto levante la pata, los atrae desde mayores distancias. Por último, si saluda con ambas patas, protege al hogar o establecimiento.
Ahora ya sabrás cuál es el idóneo para ti, porque hay un Maneki-Neko para todos.