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Leyenda el hada de los deseos y el guerrero

Un hada que cumplía deseos, en el trayecto de su vida, cientos de años después de nacer, conoció a un joven guerrero, su misión con él era sanar su corazón, pues el joven guerrero era egoísta y arrogante. Su tarea no era nada sencilla pues el guerrero por su arrogancia se negaba a pedir algún deseo, el hada entonces confundida, no sabía qué hacer, así que simplemente se quedó a su lado esperando ser necesitada.

Con el tiempo se volvieron compañeros, el guerrero no pedía ningún deseo y el hada deseaba menos encontrar algo que él quisiera. En las batallas, el hada auxiliaba al guerrero sin que él mismo lo deseara.

Al cabo de unos años, el guerrero era ya un gran hombre, fuerte y aún solitario a pesar de conocer a tanta gente, pero el hada siempre le acompañaba, incluso cuando él no la notaba, el hada seguía ahí.

Sin embargo, el hada había pasado mucho tiempo sin resultados a su misión y un día, el rey de las hadas la convocó.

– Has pasado mucho tiempo con el guerrero… ¿has sanado ya su corazón y cumplido su deseo? – preguntó el rey de las hadas.

– He tratado señor mío, pero el guerrero se niega a desear algo – respondió el hada con melancolía.

– ¿Entonces no ha deseado nada? – preguntó el rey en tono imperioso.

– Deme un poco más de tiempo mi señor – pidió el hada.
– ¿Me dices que te de más tiempo?, el guerrero no ha pedido deseos y tú has usado tu magia para favorecerlo, sigue siendo un corazón egoísta y arrogante y tú lo has favorecido. ¡No! se acabó, serás castigada pues es delito entre las hadas usar su magia en beneficio propio – dijo el rey.

– ¿Beneficio propio? Pero señor yo no he… – decía el hada cuando el rey interrumpió.

– Si hada, beneficio propio, te has enamorado del guerrero y lo has ayudado por tu propio deseo – y guardó silencio.

El hada se quedo perpleja, el rey tenía razón, se había enamorado del guerrero y simplemente estaba con él por el gusto que le daba acompañarlo, el rey tenía razón y el hada, recibió su penitencia. Fue convertida en roca y fue lanzada a un lago con las demás rocas comunes.

El guerrero extrañado de no ver al hada en mucho tiempo decidió buscarla, pasaron años hasta que un día, encontró a otra hada y le preguntó dónde podría encontrarla, esta le contó del rey de las hadas y el guerrero fue en busca de dicho rey.

Más años pasaron y el guerrero ya era viejo, aún fuerte, ágil e inteligente, pero viejo. Encontró la tierra de las hadas y por fin conoció al rey y le preguntó:

– Su alteza, hace algunos años un hada de su reino vino a mí queriendo sanar mi corazón, un día simplemente desapareció y he venido a usted para saber que ha sido de ella.

– Hombre, se dé quien me hablas, conozco a cada una de mis hijas y recuerdo perfectamente de quien me hablas, la niña encomendada a ti ha sido castigada hace mucho tiempo ya.

– ¿¡Castigada!? Perdone mi imprudencia su alteza, pero ¿castigada por qué?

– ¿No es obvio hombre? Estuvo a tu lado muchos años y tú seguiste siendo un hombre solo y sin deseos. Su misión nunca fue cumplida.
– le dijo el rey mientras miraba al guerrero a los ojos con extrañeza.

– Señor, disculpe pero el hada cumplió su misión. – le dijo el guerrero al rey con una serenidad abrumadora.

– ¿Qué dices hombre? ella nunca cumplió un deseo tuyo, uso su magia en tu favor sin que tú lo solicitaras. – le dijo el rey al guerrero con voz confundida.

– En efecto señor mío, yo nunca le pedí un deseo – respondió el guerrero – pero ella sanó mi corazón, no espero que usted lo entienda porque sus reglas son estrictas, pero con certeza señor mío le digo. El hada curó mi corazón, no he sido un hombre solitario desde que ella llego a mí, y aun después de irse, su recuerdo me acompaña. Así que le digo señor, el hada no debe ser castigada, libérela de su penitencia. ¿Dónde está? – y un breve quebrar en la voz se dejo escuchar.

– ¡Oh! Hombre, me ha causado conmoción y tristeza tu respuesta, tus palabras me crean un hueco en el corazón, he castigado a mi propia hija y la he puesto en un encierro del que jamás podrá salir, fue convertida en roca y lanzada al lago – dijo el rey de las hadas mientras sollozaba.

– Gracias señor – finalizó el guerrero y partió.

Pasaron unos pocos años y aventuras, y el guerrero ya estaba en sus últimos momentos, llego al lago donde el hada convertida en roca había sido lanzada y se sentó a morir alli junto a ella convertida en roca.

Aún ahora se puede ver una roca grande y fuerte a la orilla del lago, mirando a la roca pequeña que se vislumbra en la isla al centro de aquel lago…

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– Que trágico desenlace en verdad – dijo el espíritu con verdadera tristeza en la voz – que complicado debió ser para todos realmente… quizás aquel guerrero tenía razón… pero me pregunto si el hada lo supo.

– ¿Saber qué? – preguntó la naturaleza
– ¿Qué el guerrero la amaba?

– Sera algo cuya respuesta no tendremos pero podemos suponer y de ser honesta yo dudo que el hada lo supiera… de haberlo sabido no hubiera recibido un castigo que ella misma creyó merecer.

– Es verdad, ¿tan difícil es dar a entender algo que se siente si no es como todos los demás están acostumbrados a entenderlo?

– Cambiare tu pregunta por esta ¿Qué es más difícil… torcer un poco tus propias convicciones aunque contradiga tus creencias por la finalidad de que lo que sientes sea claro, o defender tus convicciones, sin importar las consecuencias?

– Creo que no tengo una respuesta a esa pregunta pues no tengo convicciones.

– Las tendrás…

– Aunque ahora que lo pienso, ambos fueron felices… en su ilusión… que al no decir nada… nunca fue realidad… el hada amaba la ilusión de aquel guerrero… y el guerrero igualmente añoro la ilusión de aquella hada… fueron felices con sus ilusiones… porque realmente… nunca se conocieron…

– Interesante forma de verlo… te lo reconozco… nuestras charlas van tomando más matices y se vuelven más largas con la experiencia ¿te das cuenta?…

– El Espíritu del Bosque

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