La Rosa de Jericó (también conocida como doradilla) es uno de los artículos esotéricos más usados, aunque su uso está más arraigado en Europa y América.
Este helecho cuyo origen se remonta a los albores de los tiempos (hace unos 250 millones de años), cuenta con más de 900 especies repartidas por todo el mundo, pero sólo una tiene facultades mágicas y es en la que vamos a centrarnos.
Su nombre es “Selagienlla lepidophilla” y se la conoce como la “flor que renace” dado que en estado seco parece marchita, pero cuando se moja en un recipiente, la flor vuelve a nacer.
La rosa de Jericó ha estado presente en infinidad de culturas y ha sobrevivido millones de años hasta llegar a nuestros días.
Se piensa que ya se utilizaba en el 8000 ac en la propia ciudad de Jericó e incluso en la propia Edad Media, ya se le atribuían propiedades poco comunes.
Algunas de sus primeras aplicaciones fueron las de usarla como elemento metereológico debido a su gran sensibilidad a los cambios de humedad, pero posteriormente sus usos se fueron derivando más hacia el terreno alquímico.
Entre sus propiedades caben destacar el gran poder que tiene para absorber las energías negativas (de las cuales se alimenta) evitando en nuestro hogar las malas influencias.
Pero también destaca por su poder de atracción al dinero y el amor así como de la capacidad de influir positivamente en nuestro estado anímico y de salud.
Los cuidados que deben de recibir las rosas de Jericó no son muy dispares a las de cualquier otro ser vivo del reino vegetal.
La rosa de Jericó debe ser introducida en un recipiente preferiblemente fabricado con elementos naturales a fin de preservar mejor las cualidades alquímicas o en su defecto de cristal. Por otra parte, el sol y el agua son los elementos fundamentales sobre el que la rosa se sustenta.
Sin embargo hay una advertencia fundamental: Jamás se debe de quemar como sahumerio, pues el humo que desprende puede hacer daño a nuestros ojos.
LEYENDA:
Cuenta la leyenda que, cuando Jesús se retiraba a orar al desierto, la Rosa de Jericó, arrastrada por los vientos, se detenía dulcemente a sus pies y, de madrugada, después de abrirse con el rocío de la noche, ofrecía al Maestro las gotas de agua de sus ramitas. Jesús las tomaba con las yemas de sus dedos, llevándolas a los labios para calmar su ardiente sed. Conmovido, la bendijo.
Extendida esta leyenda con el paso de los años a otras naciones y otros continentes, diferentes etnias han considerado la Rosa de Jericó como Flor Divina, reconociéndola, además, como portadora de beneficiosos efluvios. Coinciden también muchas ramas del mundo esotérico en atribuirle especiales propiedades, acogiéndola como el talismán vivo más escaso y deseado.
Existe la firme creencia, arraigada en muchos pueblos de la Tierra, de que quien adopta y cuida una Rosa de Jericó, debidamente preparada con el Ritual Arameo de la Esperanza, atrae milagrosamente hacia sí y los suyos PAZ, AMOR, SALUD, FUERZA, FELICIDAD, SUERTE EN LOS NEGOCIOS, HABILIDAD EN EL TRABAJO, BIENESTAR ECONÓMICO… Es por ello que, en numerosas ocasiones, llegaron a pagarse sumas muy considerables por poseerla, pues rara vez se tenía ocasión de encontrarla.
INSTRUCCIONES:
Llenar un bol o vasija con agua limpia. Con la mano derecha sumerje la Rosa de Jericó despacio, con las raíces hacia abajo, a la vez que pronuncia estas palabras:
«Yo te adopto Rosa de Jericó y te doy la bienvenida a mi hogar (o negocio), para que finalice tu errar por los desiertos y encuentres en este humilde lugar tu mansión definitiva. Te doy el nombre de…(dele un nombre, el de un ser querido o el que usted prefiera), y prometo cuidarte y respetarte siempre. Te ruego que protejas mi casa (o negocio) de todo mal, por la bendición que de Jesús recibiste y su infinita misericordia».
La rosa de Jericó comenzará a abrirse poco a poco durante las próximas horas, hasta desplegar por competo sus ramitas. Puedes acompañarla mientras se abre y disfrutar de un espectáculo único, viéndola despertar a la vida.
Tres días se dejará el agua sin cambiársela y sin hacerle petición alguna. Puede ocurrir y es normal, que en estos tres días encuentres el agua turbia, sucia o con un fuerte olor. Aún así , no deberás cambiarle esa agua en estos tres días.
Al cuarto día, tirarás el agua de la vasija enjuagarás la Rosa muy delicadamente, y también la vasija, que volverás a llenar de agua para depositar la planta otra vez.
Estos siete primeros días de limpieza son muy importantes.
En su primer contacto con el agua probablemente después de muchos años,
la rosa de Jericó aprovecha para desprenderse de sus esporas, como lo haría encontrándose en su medio natural (desiertos, estepas).
La reacción que se produce en algunas de ellas como resultado de la mezcla de las esporas con el polvo acumulado, la tierra, y el agua de vasija, puede generar una especia de pelusilla o puntos blancos. Si esto se produce, elimina con sumo cuidado todas las impurezas ayudándote de un bastoncillo de algodón humedecido.
Al séptimo día la Rosa habrá cumplido su proceso de limpieza y adaptación a su nuevo entorno, quedando preparada para recibir las peticiones que le hagas. A partir de ese momento, ya podrás disfrutar de tu Rosa de Jericó y hacerle peticiones si lo deseas.
A continuación te sugerimos varias formas de mantenerla, para que puedas elegir la que más te agrade:
1º Sumergida en la vasija llena de agua. (El agua deberá estar siempre limpia.)
2º Dejándola en la vasija con muy poquita agua, solamente para las raíces. (El agua deberá estar siempre limpia).
3º Humedeciéndola un poco con un pulverizador o similar. Colócala después en la vasija, que estará totalmente seca. Esta forma se usa cuando la planta está cerrada y se desea ver entreabierta.
4º Una vez trascurridos los siete días de limpieza, puedes embellecer tu vasija, sin agua, con piedrecitas de colores (o cualquier motivo similar: trigo, arroz, canicas, flores secas, sal etc.) Deposita la Rosa encima y déjala cerrarse. De esta forma, conseguirás un terrarium decorativo muy bonito.
Recuerda: ¡Pon una rosa de Jericó en tu hogar, el amor, salud y dinero nunca han de faltar!