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Esta es la razón de colocar una bandera de España en la parte más alta de una obra

El ajetreo de la rutina impide darte cuenta de muchas cosas de las que se encuentran en tu alrededor. Las prisas o el vicio al teléfono móvil provoca que muchas situaciones pasen completamente desapercibidas. Paseando por cualquier ciudad se puede observar la inauguración de nuevos negocios, el cierre de otros o la construcción de edificios desde sus cimientos.

Las obras suelen ser uno de los atractivos de los transeúntes, que deciden pararse junto a ellas para deleitarse con la transformación de las ciudades. Poco a poco, los edificios van cogiendo forma, se puede ver como ya tiene un esqueleto sobre el que cimentarse y llega un momento en el que se empieza a construir el tejado.

Cuando la estructura de un edificio ya está en pie y parece que queda poco tiempo para finalizar la obra se suelen colocar una o varias banderas de España en la parte más visible, normalmente en el tejado. Este acto tradicional tiene su explicación y su origen, aunque la gran mayoría de la población lo desconoce.

Acto simbólico

El hecho se podría incluso comparar con el hecho de colocar la primera piedra de un edificio que suele atraer hasta el lugar a las autoridades. Por lo tanto, el izado de la bandera también tiene un significado simbólico.

A partir del momento que una bandera de España está colocada en lo alto del lugar, se entiende que el edificio ya es sólido por lo que se ha concluido la parte más complicada de la obra, es decir, la estructura, sin accidentes.

Algunas empresas celebran este hecho con una barbacoa en la que participan todos los trabajadores y que incluye un medio día festivo. Además, compara esta celebración con la entrega de llaves a los propietarios de los nuevos pisos que se están construyendo.

Origen

Como cualquier tradición, alzar la bandera en la cima de un edificio en construcción tiene un origen. Esta práctica comenzó en la Edad Media y tiene una relación directa con la construcción de otras edificaciones como las iglesias. «Los pesados arcos y bóvedas de piedra se sujetaban con cimbras, unas estructuras de madera muy inestables que se sujetaban con cuerdas y clavos. Este endeble esqueleto corría el peligro de derrumbarse por el viento», analiza.

Por lo tanto, los trabajadores de la época intentaban conocer la dirección del viento colocando un trozo de tela en la parte más alta que proporcionaba información para decidir el siguiente paso en la construcción y la altura que podía alcanzar.