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El lenguaje corporal

¿Qué es el lenguaje corporal?

El lenguaje corporal es la forma en que nos comunicamos con los otros a través de nuestro cuerpo, incluye todos los gestos, posturas, ademanes, emblemas, expresiones faciales, el modo de andar, las distancias interpersonales, las relaciones espaciales; a través de los cuales expresamos nuestras emociones, ideas, pensamientos y actitudes hacia algo o alguien.

Intercambiamos mensajes con los otros permanentemente y los recibimos a través de nuestros sentidos, que están conectados con nuestro cerebro convirtiéndose en un acto de percepción tanto consciente como inconsciente.

El lenguaje corporal forma parte de la comunicación no verbal entre los seres vivos. El lenguaje corporal es permanente, siempre estamos comunicando, nuestro cuerpo nunca calla, incluso la falta de movimiento y el silencio comunican.

El 90% de los movimientos de nuestro cuerpo son involuntarios y casi no tenemos conciencia sobre ellos. 

Un estudio universalizado arrojó las siguientes cifras sobre los canales de comunicación en una interacción cara a cara:

7% a través de la palabra
38% a través del tono de voz
55% a través del lenguaje corporal


¿El lenguaje corporal es aprendido o innato?

Ambas. Aprendemos a comunicarnos sin palabras desde el momento en que nacemos, es la primera forma de comunicación que desarrollamos, lo hacemos a través del contacto con la madre y las deseas personas que nos rodean. A lo largo de la vida desarrollamos este idioma sin palabras y aprendemos una gran variedad de movimientos y códigos que están ampliamente marcados y determinados por la cultura.

El lenguaje corporal varía de cultura a cultura y hasta los años 50 se creyó que estaba totalmente determinado por factores culturales. A partir de los años 60 se aceptó universalmente que existen unas emociones básicas en todos los seres humanos que son expresadas físicamente de la misma forma, pero pueden llegar a ser solapadas o coartadas por factores culturales, aún cuando la forma de expresión emocional sea igual para todos.

El lenguaje corporal en la comunicación de riesgos es un factor importante y muchas veces decisivo, especialmente cuando los voceros deben transmitir un mensaje y demostrar congruencia entre la información oral y su lenguaje corporal, pues solo de esa manera podrá ser efectivo el mensaje. El lenguaje corporal es un componente de la comunicación que debemos tener muy en cuenta porque proporciona información sobre el carácter, emociones y reacciones de los individuos.

El estado de ánimo se expresa mediante el lenguaje corporal. Por ejemplo, al dudar de algo, levantamos una ceja. Al sentirnos perplejos, nos rascamos la nariz. Cruzamos los brazos para aislarnos o protegernos. Levantamos los hombros para denotar indiferencia. Guiñamos el ojo en señal de intimidad. Tamborileamos los dedos por impaciencia. Nos golpeamos la frente ante un olvido. Nos mecemos cuando sentimos angustia u oscilamos hacia adelante y hacia atrás sobre los pies cuando nos encontramos en una situación de conflicto.

Esta toma de conciencia del lenguaje corporal es a menudo la llave de las relaciones personales y puede ser el secreto que permite a tantas personas manejar a otras. Algunos parecen tener la capacidad de interpretar el lenguaje corporal y manipular a la gente con sus cuerpos tanto como con sus voces. La conciencia del lenguaje corporal del otro y la capacidad de interpretarlo crean la conciencia del propio lenguaje corporal y propician un mayor autocontrol y procesos más eficaces de comunicación.

Si usted tiene conciencia de lo que hace con su cuerpo, su comprensión de sí mismo se hace más profunda y más significativa. Si usted logra controlar su lenguaje corporal, podrá cruzar muchas barreras defensivas y establecer mejores relaciones.

El lenguaje corporal es un componente importante de la comunicación y es conveniente desarrollar esas habilidades para ser mejores comunicadores de riesgos. 

 

Lenguaje Corporal y su Reflejo:

Acariciarse la quijada: Toma de decisiones

Entrelazar los dedos: Autoridad

Dar un tirón al oído: Inseguridad

Mirar hacia abajo: No creer en lo que se escucha

Frotarse las manos: Impaciencia

Apretarse la nariz: Evaluación negativa

Golpear ligeramente los dedos: Impaciencia

Sentarse con las manos agarrando la cabeza por detrás: Seguridad en sí mismo y superioridad

Inclinar la cabeza: Interés

Palma de la mano abierta: Sinceridad, franqueza e inocencia

Caminar erguido: Confianza y seguridad en sí mismo


J
ugar con el cabello: Falta de confianza en sí mismo e inseguridad

Comerse las uñas: Inseguridad o nervios

La cabeza descansando: Aburrimiento

Unir los tobillos: Aprensión

Manos agarradas hacia la espalda: Furia, ira, frustración y aprensión

Cruzar las piernas: Aburrimiento


Brazos cruzados a la altura del pecho: Actitud a la defensiva

Caminar con las manos en los bolsillos: Abatimiento

Manos en las mejillas: Evaluación

Frotarse un ojo: Dudas

Tocarse ligeramente la nariz: Mentir, dudar o rechazar algo

TRUCOS:

Usa tus ojos para hablar: Los ojos son las ventanas del alma. La persona que mira limpiamente a los ojos de otros es una persona segura, amistosa, madura y sincera. Sus ojos y su mirada pueden decir tanto porque expresan prácticamente todas las emociones: alegría, tristeza, inquietud, tensión, preocupación, estimación o respeto. Por sus ojos muchas veces se puede saber lo que está pensando. Por eso, constituyen una ayuda poderosa en la conversación.

El uso adecuado de las manos:

Tus manos se pueden aprovechar muy bien para complementar tus palabras y dar mayor fuerza a tu conversación. No las utilices inútilmente y mucho menos para hacer cualquier cosa que distraiga a la otra persona. Tampoco las uses violentamente, palmoteando o pasándoselas casi en el rostro a la otra persona.

Cuidado con lo que tocas:

Hay muchas personas que siempre están dando palmadas en la espalda o tocando a los otros en los brazos, como para llamar su atención. Es bueno demostrar cariño, pero también hay que guardar el debido respeto a los demás. Muéstralo no tocando a la otra persona innecesariamente. Hay quien se siente muy molesto si le tocan, ten cuidado. Pero tampoco hables o escuches con las manos metidas dentro de los bolsillos porque eso denota indiferencia y mala educación.

Gestos que denotan impaciencia o aburrimiento:

La actitud física demuestra lo que el alma está sintiendo. Si alguien finge interés en una conversación, la otra persona se dará cuenta muy fácilmente por sus gestos y ademanes. Moverse nerviosamente o levantarse, cruzar y descruzar las piernas, moverse en el asiento o mirar constantemente el reloj demuestra aburrimiento y es una gran falta de respeto. Si tienes que mirar la hora, hazlo en el reloj de otro.

Aprender a sentarse:

Aprende a sentarte tranquilo y comportarte cuando se escucha. Reparte equitativamente el peso de tu cuerpo para no cansarte mientas estás sentado conversando. Si te sientas en el borde de la silla, es indicativo que deseas irte tan pronto como sea posible.
Si cambias constantemente de posición, estás expresando a gritos que estás aburrido. Si mueves incesantemente los pies durante la conversación, tu interlocutor pensará que estás molesto, inseguro, irritado, nervioso, cansado o aburrido. Sitúate en una posición cómoda y descansada que te permita respirar mejor y manejar mejor tu voz.

Control de la mirada:

Cuando estés hablando con alguien, no estés mirando a todos lados: a la ventana, al techo, al suelo o limpiando sus uñas. Tampoco mires morbosa y curiosamente los zapatos, pantalones, camisa o peinado del que habla. Mantén el contacto ocular, pero sin fijar en exceso la mirada: eso lo hacen los locos. De todas formas, si quieres fijar la mirada durante mucho tiempo en alguien sin cansarte psicológicamente, mira su entrecejo. Para el otro/a no hay diferencia.

Control de las expresiones del rostro:

¡Sonríe! Intercalar sonrisas cálidas y francas en la conversación transmite confianza, alegría y buena disposición. Sin embargo, no exageres. Sonreír demasiado frecuentemente puede convertir el gesto en una especie de mueca y dar la impresión de que es algo hueco, vacío y fingido. Apretar exageradamente los labios puede delatar que tienes dudas o desconfianza acerca de lo que el otro está diciendo o sugerir que no estás expresando realmente lo que piensas o sientes. 

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