CUIDADO CON LO QUE HABLAS DENTRO DE TU CASA
Las paredes tienen recuerdos, algunas palabras se tornan en maldiciones, hay palabras capaces de traer maleficio, reforzar la desgracia, evocar la mala suerte y atraer la infelicidad; así como hay otras con la luminosa propiedad de bendecir, atraer prosperidad, felicidad y paz.
Saber separar y usar unas y otras es el comienzo de la sabiduría.
En diversas filosofías, pronunciar una palabra en repetidas veces, es crear para sí mismo un decreto dentro del cual se puede evolucionar o pudrirse.
El entorno que vives, en especial tu casa, tiende a absorber, almacenar y repercutir las palabras de tus hábitos mentales y transmutarlos en seres vivientes de espectro vampírico o angelical a depender de tu propia atmósfera emocional.
Hay algunas palabras, que se deben evitar a toda costa dentro de casa:
QUÉ DESGRACIA!:
Crea fatalidades, oscuridad, quebranto y ausencia del divino.
OH MIERDA!:
Llama la podredumbre, la suciedad y la adversidad.
MALDITA SEA!:
Lanza plagas y personificación de maldiciones, crea estancamientos y bloqueos.
QUÉ IDIOTA, QUÉ ESTÚPIDO, QUÉ TARADA!:
Genera inferioridad, limitación, inseguridad, incertidumbre. Deben evitarse principalmente con niños e hijos.
MISERABLE: Crea escasez, indigencia, pobreza y penuria.
ENOJADO: su base significa condenado, sufrido y perambulante, maldito, malvado, llamar a alguien «enojado» es maldecir a la persona, por qué enojado significa «condenado a todo mal «.
DESGRACIADO: Crea un entorno de ausencia de gracia de espíritu, de gracia del universo. Como la palabra lo indica, está fuera de la gracia de Dios y así se determina en el hogar.
También solemos expresar frases como:
•NO HAY DINERO
•ESTOY DESESPERADO
•PORQUE SIEMPRE PASAN ESTAS COSAS?
•QUÉ DURA ES LA VIDA!
•NO PUEDO…
Y un sinfín de etcéteras…
Ten en cuenta que las palabras asumen la dirección que la intención y las emociones las imprimen, es en la sustancia y no en la exacta forma que descansa su fuerza.
Es momento de refinar para que la luz pueda fluir. Sé responsable de tu lengua, para no ser esclavo de tus palabras.
Bendice en lugar de maldecir
Evita en todo momento emitir juicios y palabras que no deseas se materialicen en tu mundo.
Las palabras negativas o limitantes generan carencias, enfermedades, dificultades y sufrimiento, las palabras o expresiones de amor, gratitud, alegría y belleza atraen prosperidad, abundancia, salud y beneficios para todos.
No olvides que el mundo se crea constantemente mediante el verbo, sonidos vibraciones, frecuencias, colores…Todo es energía… Tú decides cómo quieres usarla.