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Como afectan las emociones al dolor de espalda

El peso de las emociones en el dolor de espalda

Muchas veces, el pasar largas épocas con estrés, con miedos reprimidos, con esa ansiedad que no podemos gestionar de modo adecuado debido al trabajo o a temas personales deriva en dolencias como, por ejemplo, el colon irritable o en problemas de columna.

Te preguntarás cómo puede ser eso, y cómo algo que en esencia se genera en el cerebro tiene su impacto en ese eje casi perfecto que forma nuestra columna vertebral.

El concepto de columna hace referencia a ese soporte vertical que permite aguantar un peso, mientras que la palabra vertebral engloba todo ese complejísimo conjunto de huesos cortos y articulados entre sí que forman el espinazo de todos los seres vivos que somos vertebrados.

Nuestra espalda es en realidad el eje más importante del cuerpo, un pilar óseo y muscular que nos ofrece vida y resistencia, y sobre la cual, en ocasiones, añadimos un peso “extra” con nuestras emociones negativas.

Las emociones negativas producen cambios metabólicos. Eso es algo que debemos tener muy claro: Se alteran nuestras hormonas y los neurotrasmisores, se eleva el cortisol en sangre, el rítmo cadíaco… y todo ello genera cambios en numerosos órganos.

Al existir una “aceleración” general, todo ello se traduce en tensión muscular, en músculos agarrotados que alteran el equilibrio de nervios y ligamentos.

La columna vertebral no está exenta de todas estas variaciones y, por lo tanto, es frecuente que el dolor emocional se traduzca también en dolor cervical o lumbar.

Dolor en la zona cervical

El dolor de espalda no se centra solo en la zona lumbar. Uno de los problemas más comunes está relacionado con las dolencias localizadas en las cervicales.

  • Las cervicales van desde la C1 a la C7, y la primera de todas ellas recibe el nombre de Atlas por ser el soporte de la cabeza y quien nos ofrece equilibrio.
  • Para que exista bienestar en la zona de las cervicales debe existir un equilibrio y una armonía de movimientos. Es una zona que necesita siempre de una adecuada flexibilidad muscular para que no existan molestias.
  • Esta zona es la más afectada por el estrés laboral y las preocupaciones. Es un tipo de estructura musculoesquelética superior que va a resentirse sobre todo por el trabajo del día y por las ansiedades menos intensas y puntuales de la jornada.
  • Para combatir este tipo de dolor, vale la pena mentalizarse cada mañana en afrontar el día con más calma y equilibrio.

Ideal si realizas unos ejercicios suaves y armónicos donde muevas la cabeza haciendo círculos, y lo mismo después con tus hombros.

 

Dolor en la zona torácica

Es la llamada zona dorsal, que va desde la D1 a la D12, y que acoge gran parte de nuestra espalda, la región torácica y el corazón. Es una región muy relacionada con las emociones.

¿De qué forma afectan las emociones a esta parte de nuestra espalda? Es fácil de entender y seguro que algún aspecto te es familiar:

  • Una persona decaída, con el ánimo bajo o entristecida tiende a tener la mirada baja y un eje corporal inclinado.
  • La actividad física es limitada, con lo cual, nos pasamos mucho tiempo sentados, con un cuello proyectado hacia delante y con un diafragma que no funciona con la agilidad que debería.
  • Todo nos pesa, la respiración se vuelve más lenta, la circulación de la sangre tampoco será adecuada y es muy posible que sintamos desde dolor de cabeza hasta dolor de estómago o presión en el pecho.

Todo ello deriva de ese eje postural incorrecto y de esa sobrecarga sobre la región dorsal. Es importante generar movimiento en nuestro cuerpo: salir a pasear, dejar que el sol nos acaricie…

Aportar equilibrio a nuestra espalda y desahogar nuestras emociones negativas son un factores clave para combatir el dolor en esta zona.

 

Dolor en la zona lumbar

La zona lumbar de nuestra espalda van desde la L1 a la L5. Es una parte muy tendente a las inflamaciones de estas vertebras, que puede traducirse también en dolores de ciática e incluso afectar a órganos como los riñones o la vejiga.

  • Esta parte de nuestro cuerpo, además de estar relacionada con el desgaste y con las malas posturas, está unida a emociones relacionadas con los miedos, las ansiedades e incluso con la depresión…
  • Es frecuente en personas que suelen preocuparse mucho por los demás y que se descuidan a sí mismas. Se pasan mucho tiempo de pie, haciendo esto y lo otro, mientras tienen la sensación de que no van a llegar a todo, de que no van a quedar bien, de que no tienen tiempo para ellas mismas. Al final sienten como si tuvieran la espalda partida por la mitad. Es un problema que debemos aprender a tratar, llevando primero una vida más relajada, donde nos prioricemos, donde contemos siempre con el consejo de los médicos y especialistas.

Establece un adecuado equilibrio en tu vida donde cuides al máximo tu mundo emocional.