Parece mentira que de un libro tan breve se puedan sacar tantas enseñanzas desde hace tanto tiempo independientemente de la edad que se tenga. Para hablar del amor en toda su extensión, con nuestros propios hijos, también es un libro perfecto.
Esas personas ante las que no sentimos la necesidad de disimular ni fingir, esas son las personas a las que amamos y sí, sobre eso podemos hablar leyendo la historia del pequeño príncipe más famoso de la literatura universal.
Ya hemos visto que El Principito es un libro que nos enamora, a los niños y a los adultos y que unos y otros encontramos aspectos distintos cuando leemos su historia. Lo leemos con distintos ojos aunque seamos la misma persona y eso es parte de su magia.
Cómo habla de amor El Principito
Realmente se pasa la historia hablando de amor y dialogando con distintas personas de una forma u otra, sobre ello.
De esos diálogos aparentemente sencillos, entre adultos y niño, surgen las ideas que nos hacen pensar a nosotras sobre el amor. Amor por nuestros hijos, por nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos, incluso amor propio que demasiadas veces se nos olvida.
Sin duda el amor es una emoción compleja que a veces nos cuesta definir, es un sentimiento que implica afecto y ternura, un sentimiento positivo y placentero que nos hace sentir bien y nos vuelve más sensibles hacia los demás.
Lo mismo que le pasa a El Principito a lo largo de la historia que expresa en frases tan sencillas y tan elocuentes como estas:
- El amor no consiste en mirar al otro, sino en mirar juntos en la misma dirección
- Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor
- Si juzgas a la gente, no tienes tiempo de amarla
- Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor
- Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo qué hacer.
- Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, es suficiente para que sea feliz