No hay salud sin salud mental. A estas alturas, esta teoría la tenemos prácticamente asimilada, pero otra cosa es la realidad. Sabemos que hay que cuidarla, pero pocas veces le damos la importancia que se merece en nuestra lista diaria de valores/prioridades.
Hay muchas maneras de priorizar la salud mental en nuestro día a día :
La salud mental se cuida desde que nos levantamos”, pero para empezar se pueden hacer pequeños cambios para darle la importancia que se merece.
6 cosas que aprendí sobre salud mental que me han ayudado a hacer la vida mas fácil:
1. Agendar los momentos de autocuidado:
Cuidarnos no debería ser un extra, pero con el frenesí del día a día suele pasar que lo dejamos para el final del día, con el consiguiente riesgo de que ese ‘momento para mí’ nunca llegue. Por eso aconsejo marcar un hueco en la agenda para el descanso y respetarlo. “Si no está en tu calendario, no lo priorizarás. Una vez que hayas priorizado el descanso, puedes crear una estructura flexible con tiempos marcados para trabajo y descanso, y si alguna oportunidad de trabajo surge, puedes recuperar el tiempo de descanso más tarde como recuperarías las horas de trabajo”. Ese autocuidado/descanso no tiene por qué ser en forma de grandes planes, simplemente son pequeños placeres: leer, un auto masaje, una meditación, ejercicio, comer algo rico… la clave es tener una agenda en positivo que nos nutra y que no sea una carrera de obstáculos. No siempre es fácil, pero hay que intentarlo.
2. No sentirme mal cuando decida auto cuidarme:
Creo firmemente en esa frase que dice que «el autocuidado no es lujo, sino una prioridad”, me he propuesto recordar la frase “Podré ayudar en la medida de cómo me encuentre. Si no estoy bien, no tengo nada para dar. Todo empieza en mí. No es un planteamiento egoísta sino realista”. Y para cuando me cueste un poco más creérmelo, me repetiré otra frase : “La generosidad no es una prueba suprema de heroísmo, es más bien compartir lo que tengo y que me hace feliz. Por tanto, cuanto más tengo que me hace feliz, más posibilidades tengo de ser generosa”.
3. Dejar cosas sin hacer:
No se trata de procrastinar como forma de vida –aplazar cosas para mañana como norma no es bueno para la salud mental–, pero sí de aligerar los ‘tengo que’ de la agenda y saber qué cosas se pueden dejar de hacer en favor de nuestro bienestar. Es distinguir las tareas prioritarias que no se pueden dejar de hacer –lo urgente se vuelve prioritario si no se resuelve a tiempo– de aquellas que pueden esperar. “Siempre hay algo que hacer, nuestras vidas cada vez son más complejas, aprender a detectar lo que no tiene que pasar de hoy y lo que puede dosificarse durante la semana ayuda mucho”. Nadie dijo que fuese fácil, pero se trata de hacer un cambio de mentalidad en el que “reordenas tus prioridades, te pones en primer lugar y eres consciente de que, aunque no hagas una de esas tareas o la dejes para otro día, no se va a acabar el mundo. Es un proceso que lleva algo de tiempo. En general, implica relajarse y soltar las obligaciones sin culpa… y esto es algo que hay que trabajar día a día”.
4. Desconectar para conectar:
Me costaba desconectar cuando llego a casa, durante el fin de semana o en unas vacaciones, pero mi propósito es aprender a desconectar en esos momentos. Y un primer paso para lograrlo es guardar el móvil al llegar a casa (siempre que sea posible) y centrarme en los míos. Además, teniendo en cuenta que la hiperconectividad, tal y como afirma el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, provoca insomnio, irritabilidad, mal humor, falta de energía y agotamiento mental, parece necesario poner límites a esa conexión permanente a las pantallas. Leer más y mirar menos Instagram es también otra manera de lograrlo. Además al descansar aumentarás tu productividad. Es mejor trabajar dos horas al 100% que cinco al 30%”. Y desconectar también es descansar.
5. No pensar solo en el fin de semana:
Mi misión principal es ayudar a las personas a que dejen de vivir esperando a que llegue ese fin de semana. La idea es pasar de tener una vida estresante a una vida en la que reine la satisfacción. Por eso, intentar buscar momentos placenteros (y sencillos) durante la semana es mi próximo objetivo: ver una película que me haga reír, tomarme un rico café , hacer ejercicio en mi gimnasio (el que montamos en recientemente casa) , leer mis libros pendientes! (los cuáles tenia muy abandonados!), hacerme mis terapias, buscar pequeños hobbies que me relajen y me hagan disfrutar es mi próximo objetivo.
6. Hablarme como hablaría a mi mejor amiga:
“Cuando una mujer se convierte en su mejor amiga, la vida es más fácil”. Después de analizar varias conversaciones con mujeres que me rodean –en las que he detectado que no nos hablamos a nosotras mismas como deberíamos– creo que esta debería ser una frase para grabarnos a fuego. Deberíamos hablarnos como hablamos a nuestra mejor amiga. Y más cuando cometemos errores. Se trata de ser tan comprensivas y positivas con nosotras mismas como lo seríamos con una amiga que nos cuenta que se ha equivocado. Y además aprender a modificar la manera en la que nos tratamos a nosotros mismos tiene la capacidad de modificar nuestro estado de ánimo.