Blog de Terapias Vigo

Eventos, novedades, consejos espirituales... ¡y mucho más!

Los pueblos de Galicia en los que este fin de semana se celebra el Samaín, el «día de los muertos» celta

Los pueblos de Galicia en los que este fin de semana se celebra el Samaín, el «día de los muertos» celta

Llega la noche del 31 de octubre, momento en la que la barrera que separa el mundo humano del sobrenatural se difumina, pudiendo los habitantes de uno y otro lado mezclarse libremente. O, al menos, eso creían los celtas cuando celebraban el final de la cosecha y el comienzo del invierno: a esa fiesta la llamaban Samhain. El limbo que se abría esa noche permitía a los espíritus de los antepasados visitar a sus familias, quienes les acogían con respeto, dejándoles comida y bebida como ofrenda.

Pero mientras ocurrían estos encuentro con los difuntos, también se temía la llegada de otros seres sobrenaturales: espíritus de la naturaleza que, al estar fuera de sus dominios invernales, podrían causar estragos en los rebaños y las cosechas. De ahí surgió la costumbre de hacer ofrendas y encender hogueras para ahuyentar a estos seres.

Si te suena algo de lo leído hasta ahora es que esta antigua creencia está reconocida como el antecedente más directo de la moderna tradición de Halloween. Ahora esta tradición se ha recuperado con brío en diferentes coordenadas del mundo, como ocurre en Galicia.

En la antigüedad se hacían diversos rituales y se encendían hogueras para guiar a los espíritus buenos y ahuyentar a los malos.

Los druidas realizaban ritos y pócimas y vaticinaban el futuro de las cosechas y del devenir de la aldea. También era habitual durante el Samaín dejar las sobras de la comida en la mesa después de comer y el fuego encendido por si los antepasados decidían visitar la casa durante la noche.

Una de las leyendas más aterradoras vinculadas al Samaín es la de la Santa Compaña. Según la tradición, en la noche del 31 de octubre, una procesión de difuntos vestidos de blanco recorre los pueblos, guiada por un vivo que lleva una cruz y anuncia la muerte a quien se cruce en su camino. Este espectral desfile es un recordatorio de la delgada línea que separa a los vivos de los muertos en la Galicia profunda. Aunque la mayoría no puede ver a la Santa Compaña, muchos aseguran sentir su presencia o escuchar el sonido de sus pasos en la oscuridad. La leyenda mantiene viva la fascinación por el misterio y refuerza la atmósfera sobrenatural que envuelve la festividad.

En las últimas décadas, Galicia ha experimentado un resurgir del Samaín, adaptándolo a la fotogenia actual. Uno de los epicentros de esta recuperación es Cedeira, un encantador pueblo costero en la Costa Ártabra, donde según cuentan quienes vivían remotamente en esta costa fueron en sus orígenes hijos de las ballenas y los peces. Aquí, el Samaín no solo es una festividad, sino una seña de identidad. Rafael López Loureiro es uno de los impulsores de esta recuperación etnográfica.

Los recuerdos de infancia de López Loureiro se le agolparon en cascada un día cuando su hija volvía de la escuela con una calabaza decorada al estilo Halloween más norteamericano: él también había decorado calabazas. Y también lo había hecho hacia finales de octubre, tal como cuenta en Samaín: a festa das caliveras (Ir Indo, 2003).

Desde talleres de tallado de calabazas hasta desfiles de fantasmas y la siempre esperada «Casa del Terror», Cedeira ofrece una celebración del Samaín muy familiar y participativa que puede convertirse en un buen argumento para visitar esta parte de costa gallega durante el otoño. Aquí, las calabazas se transforman en terroríficos rostros que iluminan las calles. Los niños, ataviados como espíritus, fantasmas llamados avisións, recorren las calles en un desfile casi mágico, apenas iluminado por velas.

Además de Cedeira, muchas otras localidades gallegas han recuperado la festividad del Samaín a su manera.

En Marín, por ejemplo, la «Finca de Briz» se convierte en un auténtico parque del terror con túneles llenos de sustos y actividades como talleres de calabazas y rutas del miedo.

En Ribadavia, la «Noite Meiga» lleva el Samaín a otro nivel, con desfiles de la Santa Compaña y representaciones teatrales que recrean antiguos aquelarres y que le dan un aire legendario y misterioso a los espacios urbanos. Allariz es otro de los pueblos gallegos que se transforman para el Samaín. No faltarán tampoco este año adornos con calaveras, brujas y telarañas en todos sus rincones medievales. En Catoira, aguarda la Procesión das caveiras, en la que participan tanto niños como adultos con sus disfraces aterradores y sus calabazas.

Las ciudades tampoco se quedan atrás en esta celebración. Ferrol ofrece su ya acostumbrado Quilómetro do Terror, donde las ánimas recorren las calles del barrio de Catabois, asegurando una experiencia de lo más terrorífica. Mientras que en Pontevedra, la Noite dos Calacús llena la gran plaza de la Ferrería con enormes calabazas talladas por niños: Y es que no hay Samaín sin calabazas.