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La famosa crisis de los 40 en las mujeres

Los hombres y las mujeres no solamente presentan diferencias a nivel físico y hormonal, sino que también en lo referente a la parte social los dos géneros presentan sus diferencias particulares.

A medida que vamos aumentando en edad, nuestro cuerpo y nuestro pensamiento van evolucionando, pero los cambios corporales no siempre van de la mano con los cambios de pensamiento que permitan aceptarse a uno mismo por la edad que se tiene.

En este artículo veremos cómo es la crisis de los 40 en mujeres y sus particularidades, cómo se inicia dicha etapa, algunos estilos de afrontamiento saludables, y cuál es el rol que se debe tomar para evitar la angustia.

¿Cómo es la crisis de los 40 en mujeres?

Esta etapa, también conocida como “crisis de la mediana edad” se caracteriza por ciertos cambios de perspectiva acerca la vida.

Comienzan las evaluaciones de forma retrospectiva sobre cómo hemos hecho las cosas, y si no se canalizan estas ideas de manera correcta, se podría llegar un estado de aislamiento, tristeza y melancolía ligados a problemas autoestima.

La crisis de los 40 en mujeres podría estar acompañada de una serie de fenómenos psicológicos problemáticos a nivel personal que inciden de forma directa en cómo se experimenta la propia edad.

Por ejemplo, el hecho de que los hijos ya no vivan en casa,, o el hecho de no tener pareja. Eso sí, estos pensamientos y sentimientos ligados al malestar por «estar en el cuerpo de una mujer de 40 años o más» no se dan de manera aislada; tienen su razón de ser en el modo en el que la sociedad interpreta el hecho de envejecer, especialmente en el sexo femenino.

Dependiendo de las características de personalidad individuales de cada mujer, estas situaciones podrían afectar más o menos en cuanto al cómo emprenden esta nueva etapa en sus vidas.

Síntomas

Ahora veremos algunos síntomas, o efectos psicológicos característicos (dado que la crisis de los 40 no es una enfermedad), del comienzo de esta crisis, para que puedas identificarlos fácilmente.

1. Comienzas a formularte preguntas inquietantes y profundas

Una de las principales señales de que estás experimentando la crisis de los 40 son los pensamientos de tipo retrospectivo que te llevan a hacerte preguntas que tal vez antes ni se hubiesen pasado por la mente.

Cuestiones del tipo, “¿qué hubiese pasado si me hubiese dedicado a otra cosa?”, “¿sería más feliz de no haberle hecho caso a mis padres?”, etc.…

Este tipo de cuestionamientos responden a una inconformidad con el estilo de vida que se lleva, lo cual no necesariamente quiere decir que sea un mal estilo de vida; simplemente supone que cuando llegamos a los 40 años, somos propensos a sobre analizar nuestra trayectoria de vida, y muchas veces lo hacemos a partir de un sesgo pesimista.

En el caso de las mujeres, este sesgo se ceba con quienes no han pasado por las etapas que tradicionalmente han estado asociadas al rol de la «madre-ama de casa»: tener hijos, criarlos, conservar una familia…

2. Sentir que ya has vivido los mejores momentos

Esto hace referencia a la sensación de que los mejores años de tu vida han quedado atrás, de que ya no eres capaz de tener experiencias que te generen gozo. Es un tipo de pensamiento generalizado, el cual representan un indicador de que la crisis de los 40 ha llegado.

3. Tener la idea de que ya no se puede lograr nada más

En este rango de edad, es característico pensar que ya hemos conseguido todo lo que podíamos, y de que no tiene sentido emprender nuevas actividades desde el comienzo. Es una distorsión de pensamiento que te hace pensar que las cosas nuevas están reservadas únicamente a los jóvenes.

4. Dificultades a nivel físico

Las dolencias físicas propias de esta edad pueden hacer pensar que ya no somos eficientes para determinadas actividades. Dolores en la espalda, las rodillas, o cuello, son frecuentes cuando llegamos a los 40 años, pero no necesariamente significan una patología clínica.

En la crisis de los 40 en mujeres esto suele implicar sentir angustia por estar muy lejos de los cánones convencionales de belleza, según los cuales las mujeres bellas únicamente lo pueden ser si tienen menos de 30 años, aproximadamente.

Por supuesto, este límite es absolutamente arbitrario, pero eso no hace que se deje de sentir malestar debido a la presión social.

Si a esto le sumamos que tradicionalmente se ha atribuido gran parte del valor de la mujer a su aspecto físico, la situación se agrava.

5. Sentimientos profundos de pérdida

Estos sentimientos no son referentes a la pérdida de objetos materiales, sino a la pérdida de oportunidades. Podríamos sentir que perdimos demasiadas oportunidades en nuestra juventud, y que las que se presenten de ahora en adelante ya no seremos capaces de aprovechar.

6. Aburrimiento fácil y frecuente

Es un síntoma de los más habituales, debido a que la rutina puede llegar a ser lo bastante absorbente como para que tu tiempo se vea limitado en cosas que ya no te generan las mismas emociones que antes.

Siempre hay alternativas, es cuestión de hacer una buena distribución de tus actividades cotidianas.

7. Insomnio

Las dificultades para dormir durante la noche suelen intensificarse como consecuencia de los pensamientos invasivos que llegan a nuestra mente, durante la noche solemos hacer un repaso de las cosas que nos pasaron durante el día.

En la crisis de los 40 la evaluación de nuestras actividades puede llevarnos aún más atrás en el tiempo y hacer que nuestros pensamientos se dispersen durante largas horas.

¿Qué hacer? Afrontamiento del malestar psicológico

Ahora veremos algunos métodos puntuales para afrontar la crisis de los 40 en mujeres que darán resultados positivos en la medida que los apliques y seas constante.

1. Aceptar tu edad desde un punto de vista positivo, recalcando tus virtudes

El hecho de tener 40 años no supone una diferencia cualitativa significativa en lo referente a la calidad de vida. Por ello, es necesario aceptar esa edad; si a alguien le parece mal que existan mujeres que pasen de la treintena, es su problema.

2. Practica nuevas actividades relacionadas con el crecimiento personal

No hay motivos para asumir que la vida siempre va a seguir igual.

3. Sal de tu zona de confort

Distribuye tu tiempo y encuentra nuevos retos. Quedan muchas metas motivadoras a las que llegar.

4. Resignifica el concepto de edad

Visualiza tu edad como una oportunidad para perfeccionarte en cosas nuevas aprovechando tu experiencia en la vida y lo que has podido ir ganando por el camino.

Evita caer en autocompasión, en este momento tienes lo necesario para hacer las cosas que te propongas. Mantente motivada, recuerda que no hace falta la aprobación de los demás cuando tú sabes lo que quieres hacer.

Aunque la crisis de los 40 parezca un mito, algo sucede en torno a esta edad que hace que podamos sentir cierto desequilibrio.

Nuestro cuerpo sufre diversos cambios químicos significativos en esta etapa, al igual que durante otras, como la pubertad o los embarazos. Pero los adolescentes no poseen tanta consciencia madurativa (apenas tienen responsabilidades y sienten que cuentan con todo el tiempo del mundo) y las embarazadas pueden atribuir lo que les pasa a una causa evidente, además de saber que es temporal y motivo de mucha felicidad.

No obstante, ¿Qué ocurre en ese punto de la vida que parece una gran inflexión, especialmente en las mujeres.

Lo que nos va a pasar a los 40

1. La química de la mujer

La mujer experimenta grandes cambios hormonales que la afectan física y mentalmente, algo que debemos normalizar.

2. La sensación de que un tiempo pasado fue mejor

Puede que dediques bastante tiempo a pensar en la vida que llevabas antes e, incluso, que idealices ese momento de la juventud donde las decisiones parecían no ser trascendentales, pero recuerda que esto es solo una mirada ‘distorsionada’ de un anhelo que trae consigo la asimilación de tu actual etapa.

3. Sentir que hemos llegado al límite, por lo que no podemos lograr nada más

Notar un estancamiento laboral, familiar o económico y creer que ya nada se puede hacer al respecto nos afecta emocionalmente. Sin embargo, no hay que olvidar que uno siempre tiene la posibilidad de conectar con propósitos y proyectos, y que nos quedan muchas fases preciosas por vivir.

4. El paso de los 30 a los 40

Vemos los 30 con la ilusión por desarrollarnos profesional, formar una familia, viajar por el mundo, vivir en pareja o crear y, de repente, a los 40, nos encontramos en ocasiones con que los hijos nos agotan o con una vida laboral estancada por las decisiones ligadas a la maternidad u otros factores. En este caso, lo mejor que se puede hacer es mantener la calma, analizar con frialdad y distancia lo elegido y, desde lo construido, comenzar a emocionarnos de nuevo con la vida.

5. La educación y la sensación de haber perdido oportunidades

En la mayoría de los casos, nuestra educación ha estado muy orientada a ser profesionales, lo que nos lleva a dejar ciertos intereses de lado. También, unas veces conectamos con el reloj biológico y, o bien formamos una familia, o bien no lo hacemos porque no hemos encontrado a la persona con la que tener hijos o porque no se dan las circunstancias favorables para ello; otras no, así que posponemos la maternidad si es que sentimos la necesidad de reproducirnos más adelante. Pero lo que importa no es lo que decidimos en el pasado, sino pensar en construir a partir de lo que hay en el presente, porque solo en él podemos intervenir.

6. ¿Pero esto qué es?

Los cambios físicos (“yo nunca…”, peso, dolores, estrés e insomnio). Aparecen las primeras arrugas, pues la piel está más flácida, y te encuentras con los primeros achaques, en los que no te reconoces porque “yo nunca…”. Todo ello es natural en esta nueva fase. Debes centrarte en que tienes más experiencia y seguridad. Practica el autocuidado como algo vital: este es el momento de mimarte a otro nivel y de atender a lo que no cuidaste durante los 20 y los 30.

7. El cansancio y la responsabilidad

Tenemos tanto que conciliar (la responsabilidad económica y laboral, la maternidad y la vida personal) que parece no haber suficiente tiempo en una sola vida para todo, conque una se puede venir abajo por faltarle la vitalidad de antes y por la presión de estar siempre perfectamente a la altura. Pero hay que delegar, descansar y permitirse no ser una super mujer.

8. El aburrimiento y la rutina

9. Ha llegado el momento de las preguntas existenciales

¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Lo que hago me gusta? Puede que procuremos evitar estas preguntas porque preferimos ser más ligeras, más fuertes, seguir haciendo deporte, correr, trabajar, educar o estar bellísimas. Pero lo que más prima es si somos felices de verdad. “¿Soy feliz?” es la gran pregunta que empieza a surgir. Tenemos que ser conscientes de que la fortaleza nace del reconocimiento de la vulnerabilidad, es decir, de aceptar lo que somos y nuestras limitaciones con ello, para poder enfocarnos en ser felices. También hay que saber decir adiós a un momento de nuestra vida para pasar al nacimiento de otro y recordar que, como todas las etapas, la actual también pasará.

Tus mejores aliados en la crisis de los 40

  • Amabilidad contigo, calma y apoyo en los momentos de crisis.
  • Aceptación, en cuyo sentido debemos trabajar.
  • Crecimiento personal, que nos ayudará a contestarnos esas cuestiones más existenciales o descubrir nuestra misión o propósito de vida.
  • Mirar con perspectiva, pues nos queda mucho por vivir y hacer.