La ceremonia del té en Japón o Chanoyu 茶の湯 se consolida como uno de los rituales más tradicionales, el cual consiste en la preparación del té mediante una serie de pasos cuyo origen proviene del budismo Zen, por medio de este procedimiento se busca que el invitado logre alcanzar una conexión con la naturaleza y el autoconocimiento haciendo un breve ejercicio de meditación. Detrás de la chanoyu se pueden encontrar elementos de índole filosófica que nos permiten acercarnos para comprender un poco más sobre la mentalidad japonesa.
Los orígenes de la ceremonia del té se remontan a la aparición de este producto en Japón, proveniente de la importación que se hizo desde China durante el periodo Heian en el siglo VIII. El té en China provenía de una tradición milenaria, de la cual se han desarrollado diversas leyendas que buscan explicar la aparición y la existencia del mismo; entre ellas la del emperador Shen-Nung.
El té fue llevado a Japón por medio de los monjes budistas, quienes solían emprender viajes con rumbo a China para aprender más sobre la doctrina en los grandes monasterios Chan´n (Zen) que había en dicho país. En aquellos lugares ingerir té se hacía con propósitos medicinales y rituales, esta bebida ayudaba a los monjes a purificarse y llegar a un estado de calma propicio para meditar, en donde se buscaba encontrar la calma de la propia conciencia y encontrar un vínculo con la naturaleza. De igual forma por sus propiedades, el té ayudaba a disipar el sueño y el cansancio durante los largos periodos de meditación.
No obstante, el té no se consolidó como un arte sino hasta finales del periodo Muromachi (1336 – 1573), donde los fundamentos de este ritual fueron desarrollados como un concepto estético por los monjes Ikkyû Sôjun (1394 – 1481), Murata Jukô (1423 – 1502) y el esteta Sen-no-Rikyu (1521 – 1591) quienes retomaron elementos del Zen y dieron forma a esta tradición dando lugar a la ceremonia del té (Cha-no-yu). El proceso mediante el cual la ceremonia del té adquirió connotaciones de apreciación estética fue denominado Cha-dō 茶道, que se traduce como “camino del té”; esta vía dio paso a la aparición de diversas manifestaciones y creaciones artísticas entorno al mundo del té.
En su texto The Book of Tea, Okakura Kakuzō uno de los más renombrados historiadores y críticos de arte japonés, señala que la estética que rodea a la ceremonia del té se ha desarrollado en otras manifestaciones artísticas japonesas; en la elaboración artesanal de utensilios especiales creados principalmente de bambú, el confeccionamiento de cerámicas especiales para la fabricación de tazas, y dentro de la arquitectura en la elaboración de espacios destinados a fungir como casas de té. Estas últimas adquirieron un papel fundamental como nichos artísticos, lugares de inspiración y escenarios clave para la creación de piezas de arte literarias y visuales.
Existen tres tipos principales de té con elaboración japonesa: el té fermentado conocido como el té negro, el semifermentado o té oolong y el té verde; este último es el que se consume mayormente en Japón. En todos los cultivos de té es sumamente importante preservar el color y frescor de las hojas recién recogidas para que estas no pierdan sus componentes y propiedades medicinales.
De igual forma en Japón hay dos formas distintas de cultivar las hojas de té, cada una de ellas da resultados distintos. En la primera los arbustos de té se dejan plenamente al sol, este método tiene su origen en la forma de cosechar el té en China, y de ella se genera el té conocido como Sencha, que es el más distribuido y consumido por los japoneses.
Por otra parte, se encuentra el segundo método que fue desarrollado en Japón, en el cual el té que se cultiva se protege estrictamente de los rayos del sol cuando empiezan a emerger los brotes, posteriormente las hojas de té deben ser cocidas al vapor, secadas y machacadas, dando como resultado el polvo conocido como té Matcha, el cual es utilizado para la ceremonia del té (Muchas veces en Occidente al Sencha y el Matcha se les llama “té verde por igual, pero son bebidas diferentes).
Durante la ceremonia del té se siguen cuatro principios fundamentales del budismo zen, de tal forma en toda chanoyu se deben buscar; la armonía 和 (wa) y el respeto 敬(kei) entre las personas y la naturaleza, así como la pureza 清 (sei) en la mente y los sentidos, y finalmente la tranquilidad 寂 (jaku), la cual se logra con la paz mental.
La finalidad es cultivar los buenos modales, promover las relaciones entre anfitriones e invitados, crear conciencia sobre la armonía en la naturaleza y el proceso cíclico de la misma, y encontrar la paz dentro de las vivencias cotidianas.
Debido a lo anterior, la chanoyu se considera ceremonial debido a que lo que está proporcionando el anfitrión a sus invitados no es sólo una experiencia sino un regalo de índole ritual, de ahí su importancia y el deber de cumplir con las normas de etiqueta al participar en ella.
Una ceremonia del té tradicional solo puede ser realizada por un anfitrión, que es una persona capacitada y quien posee un título o certificación llamada menjo, con la cual avala sus conocimientos en el tema.
Normalmente conseguir el menjo toma muchos años en los cuales los anfitriones deben aprender no sólo sobre el té y todo lo que rodea al Cha-dō, sino además, aprender sobre otras artes como el arreglo floral y jardinería, los instrumentos, las cerámicas, las temperaturas ideales para el agua, los kimonos, la caligrafía, entre otras cosas.
Es importante señalar que el título de anfitrión es indistinto en cuanto al género; tanto hombres como mujeres pueden cultivarse y aprender sobre el camino del té. Al día de hoy el mejor té verde de Japón, ideal para la ceremonia del té y considerado como uno de los mejores del mundo, es el té producido en el distrito de Uji cerca de la ciudad de Kyoto.