El pasado, en no pocas ocasiones, nos atrapa. Se convierte en un pesado lastre que nos impide avanzar hacia un futuro que también hay veces que miramos con preocupación.
De esa idea partió la psicóloga y divulgadora Dori Sánchez para escribir su libro Soltar para avanzar, en el que plantea un objetivo claro: decir adiós a lo negativo y empezar a vivir el presente. Para ello, explora las diferentes etapas de la vida y cómo estas pueden influir en nuestro día a día, y nos anima a buscar herramientas para vivir de forma más plena. Hemos tenido la ocasión de hablar con ella con motivo del lanzamiento del libro.
¿Por qué nos suele resultar difícil darnos cuenta de que necesitamos soltar para conseguir seguir para adelante, para avanzar?
Soltar va unido a pasar por procesos que en ocasiones pueden resultar dolorosos, especialmente cuando se trata de soltar relaciones de la índole que sea. Implica enfrentarnos por un lado a tomar esa decisión, que supondrá un tsunami, y por otro lado atravesar todo el duelo como cualquier otra pérdida.
¿Hay un ‘click’, un momento en la vida que nos hace darnos cuenta de ello?
Por lo general, son procesos que llevan mucho tiempo que sabes que hay cosas que te limitan y que el vaso se llena poco a poco, y suele ocurrir que haya un detonante, esa chispa que necesitamos para empezar a dar esos cambios que necesitamos en nuestra vida.
¿Qué nos lleva a quedarnos atrapados en el pasado demasiadas veces?
Quedarnos atrapados en el pasado puede tener diferentes causas. Una de ellas puede ser el miedo al cambio y a lo desconocido. El pasado nos brinda una sensación de seguridad y familiaridad, incluso si no fue una experiencia positiva. También puede haber aspectos emocionales involucrados, como la nostalgia o la tristeza por eventos pasados. Además, algunas personas pueden tener dificultades para dejar ir el pasado debido a traumas no resueltos o heridas emocionales que aún no han sanado.
Uno de los capítulos de su libro es ‘El pasado pasado está’. ¿Fácil de decir, difícil de conseguir?
El concepto de dejar el pasado en el pasado puede ser fácil de entender, pero difícil de lograr en la práctica. Esto aún es más complicado cuando nuestras experiencias pasadas dejaron cicatrices emocionales profundas, que requieren tiempo y trabajo para sanar. Superar el pasado implica enfrentar y procesar las emociones asociadas con él, y esto puede ser un proceso desafiante y doloroso.
Requiere introspección, autocompasión y voluntad de dejar ir las cargas emocionales que nos atan al pasado. Sin embargo, con el apoyo adecuado, y la adopción de estrategias saludables de afrontamiento, es posible liberarse del ancla del pasado y vivir en el presente.
¿Es una buena idea tratar de reconciliarnos con nuestro pasado?
Sí, reconciliarnos con nuestro pasado nos trae varios beneficios, nos permite liberarnos de la carga emocional que llevamos, nos permite aprender lecciones y crecer como individuos, también nos permite construir relaciones más saludables y significativas en el presente, ser más compasivos con nosotros mismo y aceptar nuestras imperfecciones y errores del pasado. Todo ello nos va a permitir vivir el presente de la forma más plena posible.
Habrá personas para las que, sin embargo, cualquier tiempo pasado fue mejor…
Esto es algo muy común, la dulcificación de los recuerdos, pensar que cualquier tiempo fue mejor que el presente. De lo que quizás no somos conscientes es que estos recuerdos pueden no ser un reflejo fiel de lo que ocurrió en la realidad. El cerebro tiende bloquear ciertos recuerdos, aquellos episodios desagradables que hemos vivido, se borran aparentemente y no podemos acceder a ellos al menos de forma consciente. Por lo que puede ocurrir que cuando pienses en el pasado, te vengan especialmente cosas positivas y te lleves esta sensación de pasado idílico, creándote una sensación de insatisfacción con tu vida actual.
Una de las claves es darnos cuenta de que hay que vivir el aquí y el ahora, ¿no es así?
Totalmente, lo único real y palpable que tenemos es el presente, el aquí y el ahora, sin embargo, en muchas ocasiones vivimos en automático sumergidos en nuestras preocupaciones o en las tecnologías, perdiéndonos de esta forma gran cantidad de matices, de estímulos que pasan desapercibidos.
Conectar con el aquí y el ahora te va a permitir, escuchar más a tu cuerpo, validar tus emociones, poner tus necesidades sobre la mesa y disfrutar de cada vivencia que la vida te regala.
Y uno de los problemas es que cuesta mucho cerrar las heridas del pasado, ¿no cree?
Cerrar las heridas del pasado puede ser una tarea difícil y compleja. Estas heridas pueden estar relacionadas con experiencias traumáticas, pérdidas, relaciones tóxicas o eventos dolorosos que dejaron una marca emocional en nosotros. Cuando trabajamos en cerrar esta herida vamos a revivir esos recuerdos dolorosos, por lo que se van a generar emociones como la tristeza, la ira o el miedo.
Otra de las dificultades que nos podemos encontrar cuando intentamos cerrar esas heridas son la falta de recursos emocionales, como la capacidad de perdonar, la resiliencia y la autocompasión. Si no hemos desarrollado estos recursos, puede ser más difícil superar las heridas y encontrar la sanación. Superar este dolor requiere tiempo, paciencia y apoyo adecuado.
Estamos muy condicionados por lo que hemos vivido en nuestro entorno familiar. ¿Es algo que puede llegar a ser un condicionante de nuestra vida presente?
Nuestras vivencias con nuestro entorno familiar pueden tener una influencia significativa en nuestro presente. La familia es el primer entorno en los que nos desarrollamos y establecemos vínculos emocionales, es nuestro primer y más importante entorno de referencia. Aunque esa infancia quede lejana, lo que ocurre en nuestra infancia se queda grabado con mayor fuerza.
Nos condiciona de diferentes maneras, a la hora de comportarnos con los demás, en nuestra autoestima y confianza, en nuestros patrones de comunicación o en nuestras relaciones de pareja. Es importante tener en cuenta que nuestras vivencias familiares no determinan completamente nuestro presente. A medida que crecemos, también tenemos la capacidad de aprender y desarrollar nuevas habilidades y patrones de comportamiento.
Y en relación a nuestro futuro, ¿por qué piensa que tendemos a ser, en ocasiones, catastrofistas?
Existen dos factores importantes como son el estrés y la ansiedad, que pueden llevarnos a imaginar escenarios negativos y exagerar las posibles consecuencias de una situación. Cuando estamos bajo presión, nuestra mente tiende a enfocarse en lo peor que podría suceder, lo cual puede generar pensamientos catastróficos.
La falta de autoconfianza y la baja autoestima también pueden contribuir a los pensamientos catastróficos. Si no confiamos en nuestras habilidades para enfrentar los desafíos o si tenemos una visión negativa de nosotros mismos, es más probable que veamos las situaciones de manera catastrófica. Es importante tener en cuenta que los pensamientos catastróficos son distorsiones cognitivas y no reflejan la realidad.
En relación al futuro, ¿también nos puede llegar a condicionar nuestra preocupación por querer tenerlo todo bajo control?
Nos cuesta muchísimo tolerar la incertidumbre, y el futuro es incertidumbre todo él, es algo que se escapa de nuestro control. La incertidumbre y la falta de control pueden generar ansiedad y miedo anticipatorio hacia lo que está por venir. Queremos asegurarnos de que todo salga como esperamos y nos preocupamos por los posibles resultados negativos.
Esta preocupación por tener el control absoluto puede ser una respuesta natural a la incertidumbre y a la necesidad de seguridad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no podemos controlar todos los aspectos de nuestra vida y que el futuro es inherentemente incierto.
La ansiedad anticipatoria y la preocupación excesiva por tenerlo todo bajo control pueden limitar nuestra capacidad de disfrutar el presente y de adaptarnos a los cambios. Puede generar estrés y afectar nuestra salud mental y emocional.
¿Puede esto llevarnos a tener ansiedad anticipatoria?
La ansiedad anticipatoria se relaciona precisamente con la preocupación excesiva por el futuro. Para manejar la preocupación por tener todo bajo control, es útil practicar la aceptación de la incertidumbre y enfocarse en el presente, en lugar de preocuparse constantemente por el futuro. También es importante desafiar los pensamientos catastróficos y buscar evidencias que respalden o refuten esas creencias negativas.
Es normal preocuparse por el futuro y querer tener cierto grado de control, pero es importante encontrar un equilibrio saludable y aprender a manejar la incertidumbre de manera constructiva para poder vivir de manera más plena.
¿Qué estrategias tenemos a nuestro alcance para empezar a vivir plenamente el momento presente?
- Practicar la respiración diafrágmatica te va a ayudar a escuchar tu cuerpo y sus sensaciones, conectándote con tu yo interior.
- Y otra herramienta que me parece importante es tener un diario de gratitud, donde apuntemos cada día las cosas que agradeces, esto te va a ayudar a generar una mayor conciencia de lo que es importante para ti en la vida.