Muchas veces nos pasa que, cuando nos parece tocar fondo, es porque llevamos un tiempo recordando lo que deberíamos olvidar.
No es bueno ni sano vivir cada día sufriendo por quienes perdimos, eso es algo por lo que tendremos que pasar muchas veces a lo largo de la vida.
En la actualidad existe un sin fin de libros, cursos, terapias que nos ayudan a vivir mejor, parecen insinuarnos que todo lo malo pasará, que el olvido llegará… Nos convencemos por los consejos que nos enseñan a seguir adelante, pero siempre acabamos recordando todo aquello que nos hizo daño. Y es que no paras de repetir una sola frase: «Yo no me merecía esto»
¿No merecías este sufrimiento?
Estamos de acuerdo, nadie se merece que le lastimen, pero ya lo hizo, entonces, ¿llorarás todos los días de tu vida? No, no debes hacerlo, no te lo puedes permitir. Deja de tocar esas heridas, sólo así podrán dejar de sangrar para que te puedas recuperar poco a poco.
No es sencillo y es muy triste que una persona en la cual confiaste te haya defraudado de esa manera, pero basta de autocompadecerte, debes salir de ese estado en que te encuentras.
Debes dejar de mirar atrás…
Ámate, pero ÁMATE BIEN. Sacúdete la pena que tienes, vuelve a mirar la vida con más OPTIMISMO, vuelve a creer en los sueños, porque si no lo haces tu vida será en vano. Por muy mal que la vida te trate, nunca dejes de soñar, porque son esos sueños los que mañana te harán brillar.
Esta noche decide olvidar y sanar lo que aún te perturba.
Si te miras con amor, encontrarás fortaleza dentro de ti.
Un día un gran maestro amigo me dijo: «Puede que tengas una arenilla en el ojo, te molesta un día pero luego te lavas y te deja de molestar» y así es como debes ver la vida. No te permitas que el dolor acabe contigo, al contrario, en tus manos está que eso te haga ser más fuerte.
Toma la decisión de seguir adelante y entiende que así como el tiempo pasa el dolor también debe hacerlo.