En Galicia hay una isla donde el bosque huele a laurel y a marisco.
Una combinación inigualable que se esconde entre los bancos marisqueros de la Ría de Arousa, casi en el estuario del río Ulla, en la parroquia de Santiago de Carril, separada de la costa más cercana por un canal de apenas 200 metros de ancho que se configura un gran banco de arena convertido, desde hace siglos, en vivero de mariscos.
Ahí se cultiva la famosa almeja de Carril, y ahí, muy cerquita, se levanta el bosque de laureles más grande de Europa: dos hectáreas y media en la parte norte de la isla, la mitad de su superficie total, integradas por ejemplares que se elevan hasta trece metros sobre el frondoso suelo.
Sumergirse en su interior es una experiencia única que conduce hasta los restos de una antigua aldea, habitada hasta la donación de la isla al rey Alfonso XIII, en 1910.
Porque la historia de Cortegada, como casi todos los relatos está cargada de episodios que marcan hitos todavía sin final.
Así, esa donación a Alfonso XIII fue el punto de partida para que en el lugar construyese un palacio que hiciese de él un lugar aún más atractivo. Sui bien llegó a hacerse un proyecto de diseño del edificio, a cargo del arquitecto real Ripollés, la idea nunca prosperó.
La República expropió la isla y luego don Juan de Borbón recuperó la propiedad y la vendió a una inmobiliaria. Ésta no consiguió su objetivo de construir en el lugar una urbanización de lujo y en el año 2001 la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Vilagarcía iniciaron un lento litigio con los dueños del lugar con la intención de expropiarla y devolverla al pueblo, esta vez como parte del nuevo Parque Nacional Illas Atlánticas en el que ya se integra.
Hoy la isla recibe a los viajeros con un centro de recepción que forma parte de este Parque, donde se ofrece información de interés sobre el paraje.
Desde ahí, el terreno se extiende a través de dos rutas circulares que permiten adentrarse en su tesoro natural. Ambos senderos parten junto a las ruinas de la ermita de la Virgen de los Milagros, que atraía numerosos peregrinos por sus bondades curativas.
Todo en Cortegada en Villagarcía de Arosa es belleza y misterio. Árboles centenarios que ocultan prados y tierras cultivadas en otro tiempo; un pueblo fantasma; un cruceiro; una serie de pequeñas lagunas…
Un ambiente mágico con aroma a misterio y laurel.
Bosque de laureles. Turismo de Galicia