Pero, aunque crecemos y las cosas cambian -a veces mucho- los adultos también necesitamos una relación sana con nuestros padres para poder afrontar la vida con fuerza y en paz, para poder avanzar seguros y decididos.

Te propongo un ejercicio de constelaciones familiares que es tan fácil como eficaz para sanar esa relación, seas como seas tú, sean como sean ellos, tengas la edad que tengas, los hayas conocido o no:

• Cierra los ojos e imagina que estás delante de tu madre. Mírala sin pensar nada concreto. Retrocede a tus primeros días de vida, cuando eras un bebé, y siente el amor que viene de tu madre. Te ama más de lo que nadie te amará nunca: has sido uno con ella durante 9 meses y luego siguió nutriéndote y animándote. Siente su amor sin juzgar lo buena o mala madre que fue. Sólo siente ese amor.

•Ahora imagínate a papá a su lado. Y siente su fuerza. Él te ama y ,a su manera, luchó por ti. No juzgues lo buen o mal padre que fue, no pienses lo que no te dio, piensa sólo lo que te dio.

•Con la mirada fija en el amor de papá y mamá, ve creciendo un poco, dejando que pasen los años sin dejar de ver ese amor de tus padres, sin traer hechos concretos.

Pasa por la infancia, adolescencia, juventud…en algún momento perderás la conexión con ese amor. Entonces para y conecta de nuevo. Sigue creciendo en la vida mientras miras a tus padres y ellos a ti.

•¿Puedes ver lo orgullosos que están, cómo te miran con amor?

Cuando llegues a tu edad actual, míralos con humildad y reconoce lo que han hecho por ti, recoge su amor y su fuerza. Inclínate ante ellos con amor y respeto y diles desde el corazón: «os honro».

•Ahora puedes caminar hacia la vida. Siente su amor detrás de ti, sosteniéndote, y avanza hacia tu futuro.