Lleves la vida que lleves estará formada en su base por la misma energía que la vida de cualquier otro, o lo que para mí es igual, el mismo espíritu. Lo que cambia es la forma de vivirla: dónde enfocas tu atención, qué hábitos instalas, qué acciones emprendes, qué relaciones nutres, qué impacto produces. Pero a fin de cuentas, toda vida es “espiritual” al margen del cómo, en el sentido de que sigue procediendo de ese mismo lugar.
Pero claro, en cuanto a ese cómo vivirla, quizás podamos pensar que una vida puede ser “más espiritual” si se vive de un modo más consciente y más presente en cada momento. Saliendo del piloto automático, es decir, aprendiendo a desarrollar una consciencia propia de los pensamientos y acciones que se llevan a cabo momento a momento. Con esta consciencia se genera un mayor discernimiento de las posibles consecuencias de dichas acciones.
O también puede consistir en buscar un maestro espiritual y emprender un camino de hacerse grandes preguntas, conocerse mejor a uno mismo y descubrir cuál es el significado de todo esto. Pero bueno, lo que de verdad quiero expresar es algo que puede ser lo más esencial (desde mi punto de vista) para llevar una vida “más espiritual”. Y esto es desarrollar y ejercitar un poder.
El Poder de la Conexión
Parto de la base de que todos y todo procedemos de la misma fuente. La misma energía. Y que partiendo de dicha energía venimos al mundo (o nos materializamos en esta realidad) con una experiencia y un punto de vista único para cada uno de nosotros. Por lo tanto, cuanto más nos conectamos, o reconectamos, con dicha fuente de energía original y sus distintas expresiones (sobre todo con aquellas que normalmente no estamos conectados), más nos sentimos en contacto con lo que realmente somos, ese TODO del que en realidad venimos. Esas reconexiones pueden ser con partes de nosotros mismos, con otros o con el entorno. Así que dichas conexiones son lo más espiritual de esta vida que conozco, ya que para mí, dicho “espíritu”, es el que todos compartimos.
Creo que al margen de que te puedan interesar o no estas cuestiones de espiritualidad, aprender a realizar estas conexiones más a menudo te mueven a llevar una vida más feliz y más plena. Mejor vivida.A continuación os ofrezco 18 pasos que pueden ayudar a comprender un poco más lo que estoy diciendo y a desarrollar a niveles más profundos dichas conexiones y, por tanto, llevar una vida “más espiritual”.
18 Pasos para (Re)Conectarse:
1. Aprender a convivir con emociones que reprimimos o evitamos. Durante nuestra vida, ya sea por educación o por experiencias que vivimos, tendemos a etiquetar algunas emociones como ‘malas’. Y hace que cuando por alguna razón afloran en nuestra vida, las cortemos, luchemos contra ellas o nos sintamos culpables por ellas. No hay emoción ‘mala’, por muy oscura que nos parezca. Sólo grados de intensidad. Y toda emoción tiene su razón de ser. Acéptalas. Obsérvalas en tu cuerpo y mente, con curiosidad. Y recuerda que aunque estén ahí no significa que te controlen a ti o te definan. Las emociones son pasajeras y puedes liberarlas, dejando paso a lo siguiente. Pero no las reprimas.Algunas emociones que se tienden a reprimir son: rabia, miedo, culpa, deseo, envidia, sensación de vulnerabilidad, alegría, etc.
2. Muchos de los hábitos y actividades que realizamos a lo largo del día pueden estar bloqueando nuevas conexiones.Y de hecho no sólo pueden, sino que hemos aprendido a hacerlo justamente para eso. Hacemos muchas cosas sólo para distraernos No cabe duda. (Y aquí con distraernos me refiero a distraernos de ser más nosotros mismos.) La acción es imprescindible en esta vida para crear cosas, disfrutar, ser productivo, etc. Pero muchas de las actividades y hábitos que llevamos a cabo en nuestro día a día sólo están ahí para escondernos de partes de nosotros que no queremos escuchar, para alejarnos de nuevas posibilidades, para evitar sorprendernos de nuevos aspectos que se pueden dar en la experiencia de nuestra vida. Todo esto también viene normalmente por represiones pasadas de partes de nosotros mismos que llegamos a considerar malas. Y estas actividades y hábitos con los que nos distraemos no son siempre los que creemos. No siempre son los que están más reprobados socialmente. Obviamente sí que pueden ser a veces hábitos como el alcohol, el tabaco o las drogas en general. Pero también pueden ser el trabajo, el exceso de ejercicio físico, la música, la lectura, el constante aprendizaje (acompañado de inacción), la televisión, encerrarte horas en una habitación distrayéndote, el comer constante, la juerga, etc. (Ojo, no estoy tachando de nada hacer ninguna de estas cosas, sino señalándolas como estrategias para dejar de ser conscientes y alejarnos de lo que realmente importa.)
3. Aprender de nuestros “enemigos”. Con “enemigos” me refiero a aquellas personas con las que no podemos, que nos sacan de nuestras casillas. O más bien aquellas personas que generan una emoción en nosotros que nos incomoda. Y que da la casualidad que tendemos a encontrarnos una y otra vez, ya sea en la misma persona o bajo distinta piel. Normalmente ahí suele haber una lección escondida. Esto es algo que me ha gustado explorar desde hace ya unos cuantos de años. Estas personas suelen poseer algún rasgo o emoción frecuente que nosotros tendemos a reprimir. Por ejemplo, alguien que siempre está cabreado nos saca de nuestras casillas de manera especial si nosotros tendemos a reprimir nuestra rabia y nuestro enfado. O con alguien que manda. O con alguien que se abre mucho. O alguien que es muy impulsivo. O alguien que es introvertido. Con esto no quiero decir que tengamos que estar pegándonos a esa gente que nos hace sentir mal. Pero sí observar qué emociones nos despiertan, qué rasgos en ellos nos molestan más y observar qué partes que ellos poseen de manera más aguda o que más nos molesta puede que nosotros estemos reprimiendo. Esto ayuda mucho a conocerse a uno mismo. Y puede arreglar relaciones. Pero eso sí, si ya has aprendido todo lo que tenías que aprender de esa persona y ya tienes más que suficiente porque no te aporta nada bueno, siéntete libre de alejarla de tu vida. Eso también es muy sabio.
4. Trabajar la empatía. Una de las cosas que más me han fascinado y enseñado en mi vida como actor es trabajar la empatía. Ponerte en la piel del otro, entender sus procesos mentales, sentir sus emociones, comprender porqué actúa como actúa. Si a ti te toca interpretar a Hitler o a Stalin, tienes que averiguar sus valores, las emociones que lo mueven, los pensamientos que prevalecen en su cabeza. Lo puedes juzgar si quieres como persona, pero como actor no, has de empatizar con él y ponerte sus zapatos. Olvidándonos de Hitler y demás dictadores non gratos, lo que quiero decir, es que si te encuentras por fuerza en la vida con gente que no actúa como tú quisieras, me parece muy útil hacerse este tipo de preguntas: ¿Qué le llevará a comportase de ese modo? ¿Cómo se siente para actuar de esa manera? ¿Está en el fondo queriendo obtener otra cosa? ¿Qué es lo que realmente puede querer esta persona? ¿Quizás quiera sentir “las mismas cosas” que yo quiero sentir?
5. Compasión y servicio. Una de las cosas en que nos sirve atravesar situaciones difíciles en nuestra vida es a comprender y a tener compasión por aquellos que después pasan por algo similar. Si nosotros ya lo hemos superado, aun mejor. Porque podemos asesorar y dar consejo al que lo necesita. Servir y ayudar conecta. Pero hazlo porque te apetece. No porque sea políticamente correcto. Y si quieres, puedes incluso dedicar tu vida a ello. Servir a los demás es una de las mejores maneras de obtener dinero y sentirse realizado en esta vida.
6. Hacer una labor alineada con tus pasiones, talentos y valores. Este es un tema que da para mucho. Pero creo que ya que pasamos tanto tiempo de nuestra vida trabajando, hemos de hacer porque este trabajo no sea una fuente de desconexión, sino todo lo contrario. Cuanto más nos“enganche” a un nivel profundo nuestro trabajo, más conectados nos sentiremos y por tanto más felices. Pero para saber cómo ayudar y qué aportar al mundo (que es el verdadero significado del trabajo) primero nos tenemos que conocer a nosotros mismos. Conocer qué es lo que se nos da bien (algo que mucha gente no reconoce en sí mismo), qué es lo que realmente valoramos o a qué prestamos importancia en nuestra vida (pronto espero ofreceros un artículo sólo sobre esto), y sobre todo, detectar esas áreas en las que el disfrute personal y el servicio (ofrecer algo de valor para otros) se entrelazan y se unen.
7. Estar en contacto con el Arte. La música, el teatro, la pintura, el cine, la danza y toda forma de creación artística abre una conexión directa con nuestro lado más irracional, que solemos tener más olvidado en nuestros días. No significa obviamente que todo lo que veas vaya a producir esa conexión en ti. Hay arte y arte… Pero exponte a él, semanalmente mejor. Y no sólo eso,créalo tú.
8. Ejercicio físico. Ya sea intenso o más relajado, el ejercicio te ayuda a reconectarte con partes de tu cuerpo que sueles tener fuera de órbita. Conectarte con el ritmo de tu corazón, con la tensión y distensión de tus músculos, con el oxígeno que entra y sale de tus pulmones (que por cierto a su vez te conecta con el resto del mundo), con el sudor de tu cuerpo, con tus capacidades de movilidad, de articulación, reflejo, contacto, ritmo. Es una conexión muy íntima.
9. Meditación. No podía faltar aquí. No sólo te conecta con la energía más pura, sino que te vuelve consciente de la nube de pensamientos y emociones que sirven para distraernos y desconectarnos.
10. Contacto con la Naturaleza. No sólo ha sido históricamente nuestro habitat y nuestro entorno natural, sino que de ahí venimos originalmente. El ser humano es fruto de esa naturaleza que nos rodea. Alejarnos de ella es una de las desconexiones más brutales que llevamos a cabo. Es como desenchufar un aparato de la toma de corriente y pretender que la batería dure para siempre. No aíslemos nuestras ciudades de ella. Cuídala, visítala, conéctate con el sol, con los árboles, con la tierra.
11. Conéctate con la Tierra. Descálzate y pisa la tierra, la hierba, la arena de mar. Lo más que puedas. De hecho existen estudios que dicen que la Tierra nos protege y nos cura, siendo el mayor antioxidante que existe. Poner en contacto directo nuestros pies desnudos con la Tierra (no me refiero al asfalto, el suelo de nuestro piso, etc) desinflama nuestro cuerpo, lo carga negativamente (lo cual es bueno) y nos protege de las cargas positivas que emanan del Sol (ojo, no me estoy refiriendo al tema piel, cremas solares, etc; el Sol es nuestro amigo).
12. Una forma de alimentarse natural. Permite que tu comida sea lo más natural, limpia y pura que puedas. Evita los alimentos procesados, los cocinados más de la cuenta, los microondas. Abraza los alimentos de la huerta y ecológicos, los alimentos que provienen de procedimientos lo más naturales y dignos posibles.
13. Relaciones, juego, sexo. Sí, no voy a inventar nada con esto. Pero cultivar buenas relaciones de amistad, pasar buenos ratos con los amigos, con uno mismo, reírnos en comunidad, conocer nuevas personas, todo eso nos conecta. Así como participar en juegos con otros, ya sean de mesa o deportivos. Eso nos conecta. Y por supuesto, el sexo. Aunque este pueda ser a veces también una de esas actividades para distraernos y alejarnos de nosotros (hablo de aquellos que lo utilizan así, por supuesto), creo que a nivel físico, es posible que sea la conexión definitiva.
14. Comuníquese con los ángeles
Todo es posible cuando tenemos aliados poderosos y dispuestos a ayudarnos. Los ángeles son seres de luz y guías de nuestra vida. Existen muchas maneras de ponerse en contacto con ellos y recibir su sanación y apoyo. Pero primero tenemos que preguntar. Los ángeles no entran en nuestras vidas a menos que se los pidamos.
15. Cuide nuestro planeta
Una manera para mantenernos saludables en todo sentido es proteger el hogar donde vivimos. Desafortunadamente, es muy frecuente que lo que llamamos «progreso» vaya de la mano con polución, destrucción y escasez. La Madre Tierra nos provee un aire, agua y alimentos sin los cuales no podríamos sobrevivir. Sin embargo, le pagamos mal. Haga un esfuerzo por que en su vida diaria sus actividades no contribuyan al problema, sino que más bien sean parte de la solución. De por medio está no solo su bienestar, sino el de todos sus seres queridos y las generaciones por venir.
16. Hágase feliz a usted mismo y a los demás
Mimarnos es no sólo delicioso pero sobre todo saludable! Nos afecta positivamente la auto-estima, el estado de ánimo, nuestros niveles de estrés y nuestra salud física. Ante todo, para poder brindarle a otros lo que necesitan, debemos cuidarnos a nosotros mismos. Pero claro, no vivimos solos en este mundo. Crear un mapa de apoyo, a través de relaciones basadas en el respeto, la generosidad y la bondad, es algo imprescindible para nuestro bienestar.
Aprenda a manejar su energía vital
17. Los cristales son nuestros aliados
No tiene que convertirse en un experto sanador de cristales. Con poca información, puede aprender a utilizar unas cuantas gemas que le ayuden a manifestar sus propósitos y a balancear sus chakras para minimizar las dolencias físicas y emocionales.
Limpie su cuerpo, mente y hogar
Existen muchos rituales de protección y limpieza que nos mantienen inmunes a las energías perjudiciales. Practicar estos rituales de vez en cuando tiene beneficios incalculables y toma solo media hora o menos. Honre su cuerpo y su hogar manteniéndolos escudados de ataques psíquicos y de polución.
18. Materialice sus metas y sueños
Haga un mapa de la prosperidad para cada una de sus metas y dedique tiempo a visualizarlas para que se manifiesten de la mejor manera posible:
El mapa nos ayuda a identificar nuestras metas más altas y deshacernos de las que no sirven nuestro propósito superior. Muchas veces creemos que sabemos lo que queremos pero existen energías más allá de nuestra comprensión. Estas energías no estás totalmente fuera de nuestro alcance. Usando nuestra intuición podemos acceder a mensajes que nos guiarán a llevar una vida más espiritual. El mapa nos ayuda a manifestar esta vida.
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