CARL JUNG DECÍA: » HASTA QUE NO HAGAS CONSCIENTE LO INCONSCIENTE ESTE DIRIGIRÁ TU VIDA Y TÚ LO LLAMARÁS DESTINO»:
Y es que a veces pensamos que el destino es una línea fija, algo que simplemente nos sucede como si la vida fuera una fuerza externa que decide por nosotros pero lo que llamamos destino suele ser en realidad lo inconsciente buscando un modo de mostrarse y este inconsciente se expresa en formas misteriosas, en personas que llegan justo cuando algo dentro pide cambio en situaciones que se repiten hasta que comprendemos la lección, en señales que aparecen de 1000 maneras cuando nuestra alma está tratando de despertarnos.
No son casualidades sino que es la psique hablando en su propio idioma y cuando comenzamos a escuchar descubrimos que no estamos destinados a repetir nuestra historia sino a sacarla a la luz para poder transformarla y cada vez que tomamos una decisión desde la conciencia , cada vez que dejamos de actuar por inercia y elegimos desde lo que realmente somos lo inconsciente deja de dirigirnos desde la sombra y comienza a caminar con nosotros.
Y eso es lo que Jung llamaba sincronicidad no magia, sino coherencia, es cuándo lo de dentro y lo de fuera se encuentran como si la vida respondiera a una verdad interna que por fin nos atrevemos a mirar y quizá ese sea el misterio más grande, quizá el destino no es algo que se revela de golpe, sino algo que vamos construyendo en diálogo con lo invisible y se va revelando en los pequeños actos de presencia, en la honestidad de escucharnos, en la valentía de no huir de nuestras propias profundidades , somos al final creación en movimiento, puentes entre lo que sabemos y lo que aún no entendemos, entre lo consciente y lo inconsciente o lo eterno, y cuando dejamos de temerle a nuestras sombras y aprendemos a leer las señales descubrimos que la vida no nos empuja, sino que nos invita a co crear con ella, a caminar con el alma despierta.
