A continuación os presento algunas de las posibilidades de curación que nos ofrece la naturaleza.
La manera de entrar en contacto con los poderes curativos de la naturaleza es a través del sentir.
El sentir por sí mismo surte el efecto que se necesita, y para ello lo mejor es disfrutar del contacto con la naturaleza, tener una actitud de amor y respeto por todo lo que nos rodea y permitirnos sentir afecto por los animales, las plantas, los árboles e incluso por las rocas, los ríos y las montañas.
Permitirse reconocer la belleza que existe en la naturaleza, pues, si pudiéramos, la mayoría escogeríamos estar siempre cerca de ella.
Permitirse sentir como un niño o una niña que se va a jugar a la playa o al bosque.
Cómo curan los elementos naturales:
Los elementos naturales curan restableciendo nuestro equilibrio energético natural. También pueden curar eliminando elementos nocivos que atraemos de diversas maneras. Cada elemento de la naturaleza posee una afinidad con nosotros, cada uno puede ayudarnos a recuperar el equilibrio de una manera diferente. Nuestra afinidad con los elementos hace que el contacto con ellos tienda a restablecer el equilbrio natural de los elementos en nuestro propio ser. Funciona en cierto modo “por imitación” o por “resonancia”, nuestro cuerpo imita a la naturaleza y se afina con ella.
Cómo cura el mar:
El mar cura ayudando a respirar. Pasear a la orilla del mar sintiendo la brisa despeja los pulmones y la garganta. Las mareas y el batir de las olas regulan la respiración y el ritmo del corazón.
La técnica consiste en disfrutar el placer de sentir la arena, oír las olas rompiendo, ver el vuelo ligero de las gaviotas, sentir el ritmo propio de la naturaleza. Este es también el ritmo de nuestro ser interno y el ritmo de nuestra respiración natural. Por lo tanto, evitar las prisas, evitar la obsesión de curarse. El gozo despeja el sentir y el sentir es lo que nos une íntimamente con los elementos para que estos puedan ayudarnos.
Cómo cura la tierra:
La tierra cura absorbiendo la nocividad que se encuentra dentro y alrededor del cuerpo humano. La nocividad no es más que energía adherida que no nos pertenece y que causa bloqueos en el flujo natural de nuestra energía. La tierra tiene la capacidad de absorber estas energías nocivas. Para ello la persona puede enterrarse directamente o puede aplicar barro sobre una zona afectada.
También podemos dejar salir de nuestro cuerpo muchas tensiones y dolores a través del contacto directo de la manos o los pies con la tierra. Este método funciona muy bien con las tensiones en el cuello y los dolores de cabeza. Incluso podemos reposar la frente sobre la tierra durante unos minutos, cerrar los ojos y dejar marchar preocupaciones y pensamientos obsesivos. Sólo hay que respirar y relajarse, no forzar la mente tratando de hacer algo especial.
La energía de la Tierra cura, nutre y protege. Respirar esta energía nos recarga y nos regenera, limpia nuestro propio campo energético absorbiendo aquello que nos hace daño y renovándonos con energía limpia.
Más allá de absorber la nocividad por decirlo de alguna manera de modo automático, la Tierra es nuestra madre y siempre sabe lo que necesitamos para estar bien. La voz de la Tierra es simple y tierna, la Tierra sólo desea que estés bien, te cuida y te da lo que necesitas para estar fuerte y en equilibrio y te quita lo que te hace daño.
Cómo cura el viento:
El viento cura llevándose la nocividad que hay alrededor del cuerpo humano. Esta nocividad es producto sobre todo de la preocupación. Cuando uno se preocupa acumula una especie de niebla oscura sobre el campo energético que literalmente le impide ver cómo son las cosas en realidad y le obliga a permanecer en la misma actitud creando cada vez más oscuridad.
El viento puede fácilmente llevarse esta niebla y devolver el brillo alrededor del cuerpo.
Al desaparecer la niebla entramos en contacto con la luz vital y volvemos a brillar. El resultado es que recuperamos nuestra alegría natural.
Para que el viento se lleve la niebla a nuestro alrededor sólo hay que dejarle soplar sobre nosotros. Siente el viento alrededor de tu cuerpo. Normalmente esta niebla se localiza sobre las partes del cuerpo que se encuentran agarrotadas. Al dejar que el viento sople alrededor de ellas notarás que la pesadez se suelta poco a poco. NO HAY QUE FORZAR NADA, no hay que intentar que el viento se lleve nada ni imaginar cosas alrededor del cuerpo, sólo hay que sentir, esa es la manera de establecer el contacto.
Este sentir es suficiente y bueno y siempre surte efecto, el efecto que necesitamos y que podemos asimilar en cada momento.
Se puede practicar sentir el viento sobre la cara y la frente. El viento alrededor de la cabeza y la frente se lleva los pensamientos obsesivos. Sobre la cara esta niebla frecuentemente se hace espesa y nos impide sonreír de modo natural. Los músculos se tensan, el entrecejo se arruga, la boca se aprieta.
Alrededor de los ojos se acumula un gran cansancio debido a la preocupación. Alrededor del cuello se acumula energía de otras personas.
El viento puede liberar el agarrotamiento alrededor del cuello, los hombros y el pecho. También es bueno dejar correr el viento entre los brazos, las piernas, los dedos de las manos, la cintura, las rodillas y los tobillos. La mejor actitud es la de dejar ir todo aquello que no nos pertenece, simplemente dejarlo ir con el viento.
Ten cuidado de no abrirte a vientos fuertes, lo cual te puede hacer daño. Para conseguir este efecto es suficiente con sentir una brisa suave o un viento ligero, preferiblemente por la mañana o al mediodía.
Cómo cura el agua:
El agua cura las emociones. Las emociones son naturales y tienen su forma natural de expresarse. Cuando su curso natural se bloquea el ser entra en desequilibrio, fácilmente nos desesperamos e irritamos. La emoción es como el agua del cuerpo, necesita fluir naturalmente.
La actitud más positiva es la más desinteresada. Estar cerca del agua a la orilla de un río o un lago, nadar, a ser posible sin ropa, por el placer de estar en el agua ayuda al cuerpo a recuperar el equilibrio emocional sin necesidad de técnicas y sin necesidad de comprensión intelectual.
El resultado es una sensación de fluidez natural dentro de uno mismo, un gran alivio y desahogo, como si se hubieran ablandado apretados nudos dentro del cuerpo. También de calma.
La “técnica” consiste en bañarse o sentarse a la orilla del agua hasta haber disfrutado suficiente, hasta que se haya saciado la necesidad de nadar, de estar en el agua, de oír correr el agua.
Cómo curan las rocas:
Sujetar piedras redondas del río o del mar con un tacto agradable ayuda a soltar la preocupación.
El contacto con las piedras redondas nos ayuda a conectar con la tierra.
Se trata simplemente de sentir las piedras redondas en las manos, de jugar a cogerlas entre los dedos y sentirlas.
La piedra absorbe la preocupación a través de los brazos , las palmas y los dedos. En una playa de piedras redondas se puede jugar a escuchar su rumor cuando son arrastradas por las olas, es un sonido muy especial y agradable.
Se puede dar uno un masaje de rocas calientes, tumbándose sobre ellas de espalda y sobre el torso sintiendo el calor de las piedras y dejando que masajeen los puntos que están tensos, sin más presión que nuestro propio peso.
Se pueden buscar rocas con formas especiales para decorar, para regalar o sólo para mirar. Se debe jugar con las rocas hasta que toda la preocupación se haya marchado y volvamos a respirar naturalmente.
Cómo cura la lluvia:
La lluvia cura limpiando nuestro campo energético de la misma manera que limpia la contaminación de la atmósfera. Cuando una persona supera un problema, una dificultad que le ha causado muchas preocupaciones suele quedar en su campo energético el rastro de esta lucha. La lluvia torrencial se lleva todos esos residuos y devuelve la alegría y la ligereza. El agua de la lluvia limpia nuestro aura y su efecto es de purificación y alegría.
Cómo cura el fuego:
El fuego tiene la capacidad de destruir las energías adheridas que bloquean el flujo natural de la energía, ya sea dentro del cuerpo o alrededor de él. Para ello es preciso sentir el fuego allí donde se encuentran adheridas las energías extrañas. Allí donde sintamos el calor del fuego, éste surte su efecto quemando aquello que no nos pertenece. El fuego tiene la propiedad de eliminar este tipo de adhesiones de forma muy rápida.
Otro modo de utilizar el fuego es sentarse junto a él y relajarse disfrutando de su calor y dejando que todas nuestras preocupaciones se marchen.
Cómo cura la nieve:
La nieve cura reflejando la pureza. La nieve es en sí pura y hermosa, no sé ningún remedio especial para curarse de alguna enfermedad con la nieve pero sí que podemos modificar nuestro propio estado de ser al estar abiertos a la pureza y la hermosura de la nieve.
La nieve trae juventud, inocencia, sencillez. Cada elemento de la naturaleza refleja unas cualidades espirituales. La tierra es tierna y cuida, el mar es paciente y acompaña, el viento es libre y empuja, el cielo es bueno y protector, el agua es natural y alivia.
Todas esas cualidades también están en nosotros y al contacto con los elementos de la naturaleza aumentan nuestro resplandor. El resplandor es el brillo del espíritu en sus infinitas facetas.
El resplandor deshace las impurezas que crean desequilibrio y enfermedad. Para reflejar las propiedades de la naturaleza sólo necesitamos sentirlas, estar abiertos a ellas, sin hacer nada especial más que disfrutar.
Por su cualidad, la nieve puede ayudar a aquellos que tienen la mente llena de pensamientos destructivos. Sin hacer nada especial, la nieve despierta la pureza de las personas que viven junto a ella. La nieve multiplica la pureza de la luz y el color del Sol y del Cielo abriendo nuestro ser más y más al resplandor.
Cómo curan las nubes:
Las nubes disipan la pesadez de nuestro estado de ánimo. Mirar las nubes blancas en el cielo nos hace ligeros de nuevo. Si te sientes hastiado, cansado de ti o de lo que te rodea, puedes mirar las blancas nubes en el cielo, observa su forma y su textura por unos minutos y tu ánimo se hará ligero. (No hace falta decir: observar las nubes blancas, no los nubarrones grises de tormenta)
Cómo cura el cielo:
El cielo da esperanza. Mirar al cielo despeja la cabeza de pensamientos obsesivos y preocupaciones. Respirar mirando hacia el cielo nos trae la esperanza y el recuerdo de aquello que anhelamos más profundamente. El cielo nos trae el perdón y recuerdo del niño que siempre hemos sido, el recuerdo de nuestro espíritu. Y basta con sentarse o tumbarse y mirar el cielo durante un rato.
Cómo cura la luz solar:
La luz solar cura las heridas en nuestra energía, repara el tejido de nuestro campo energético y nos recarga de energía por dentro. Al sentir el calor del sol sobre la piel y alrededor del cuerpo este repara automáticamente los desgarros que sufre nuestro ser energético por el desgaste de la vida diaria.
Es importante no forzar la concentración buscando un lugar que sanar o tratando de hacer algo más efectivo. Sentir placer con la luz del sol es lo único que se precisa, pues es el sol quien hace todo el trabajo, nosotros sólo tenemos que disfrutar. Si no estás a gusto mejor déjalo para otro momento, no es preciso obligarse. Hacerlo igual que se hace con el viento, dejar que el sol actúe en aquellas zonas del cuerpo y de su alrededor que lo necesitan, sólo sintiendo el placer del contacto con la luz y el calor del sol.
Especialmente en invierno, después de varios días de cielo gris, simplemente estar al sol, dejar que el sol ilumine el rostro, el cuello, el pecho, la cintura, las piernas, la nuca, la espalda, la parte trasera de las piernas, las muñecas, las palmas y el dorso de las manos, los brazos. También ponerse de lado para que ilumine los costados y levantar los brazos.
Para recargar el cuerpo de energía se respira la luz solar como si fuera líquida y se hace circular por el interior del cuerpo, dejando que llegue a aquellas zonas que más lo necesitan. Al respirar la luz solar los centros energéticos del cuerpo se activan. Es especialmente bueno para el centro del corazón.
Cómo cura la luz vital:
La capacidad de sentir se abre hasta que reconoce que todo lo que le rodea es luz vital y que el propio ser es luz vital. Este sentir es amor, un amor que lo une todo, lo cuida todo, lo respeta todo, lo impregna todo de vida.
¿Cómo cura el amor?
El amor lo hace todo. El amor te hace comprender que todo es igual.
El amor te une a todo en la esencia de cada cosa y esta unión hace resplandecer todo tu ser. Este resplandor cura.
Todo lo que pueda decir sonará a tópico o a palabras hermosas difíciles de creer y sin embargo es así, y cada uno lo sabemos.
El amor pasa a través de todo llevando la vida a cada ser y cada lugar.
El amor te hace traspasar y ser traspasado por las cosas, por las personas y por todo lo que hay alrededor.
Esto sucede de manera natural y armoniosa, aunque a la mente le de pánico, y el resultado es una intima conexión con todo que hace brillar todo, el mundo, las personas y tu propio ser.
Este brillar es como si tu propio ser se incendiara para ser más y más lo que es, que es este amor, esta conexión íntima con todo. Este amor cura. Este resplandor quema todas las impurezas que causan bloqueos en nuestro ser.
Algunas notas más sobre la curación:
La curación es un proceso de retorno al propio ser que conlleva un aprendizaje y una profundización en el misterio de la vida. Las personas llegamos a enfermar por muchas causas diferentes que nos hacen entrar en desequilibrio. Ante esta situación podemos optar por resolver estos problemas en profundidad o sólo eliminar temporalmente los síntomas de muchas formas diferentes. Sin embargo, la importancia de la curación radica en que es una etapa importante del nuestro desarrollo.
Las enfermedades, en este caso, juegan un papel parecido al de los problemas y obstáculos de la vida diaria: son oportunidades de aprender y desplegar posibilidades de nuestro ser.
En la curación nos entregamos a la posibilidad de restablecer el vínculo con la naturaleza y con nuestro propio ser interno. Este vínculo ha sido olvidado en beneficio de otras habilidades prácticas o intelectuales a primera vista más útiles. En la curación confiamos de nuevo en el poder que existe dentro de nosotros y alrededor para hacer que las cosas vayan mejor.
Normalmente creemos saber cuál es el modo de que nuestra vida vaya bien y hacemos las cosas según esta receta hasta que finalmente deja de funcionar y enfermamos, o bien nuestras relaciones personales se deterioran o sufrimos problemas económicos.
Cuando entramos en “crisis” no tenemos otro remedio que aceptar que nos estábamos equivocando y abrirnos a una nueva manera de entender la realidad. En esa apertura hay paz y confianza, hay sinceridad y por tanto hay un verdadero contacto con las fuerzas que pueden ayudarnos.
Ese verdadero contacto es la comprensión. Luego uno puede hacerse el despistado y pretender que nada sucedió, que el mundo sigue igual, que podrá seguir haciendo las cosas como siempre las hizo, pero inevitablemente sabrá que se está haciendo el despistado porque ya tiene la compresión que le dice: estar abierto, estar en paz.
Sentir:
Ya hemos hablado un poco de lo importante que es la capacidad de sentir para curarse por medio de los elementos naturales.
Esta curación se debe a que el equilibrio natural de los elementos naturales se refleja en nosotros cuando nos abrimos a ellos.
De esta manera la persona equilibra aquella parte o faceta de su ser que es reflejada por el elemento natural. Este abrirse, o este contacto entre el ser humano y el elemento ocurre a través de nuestra natural capacidad de sentir.
El contacto es un contacto físico igual que el sentir es un sentir físico que se va haciendo más profundo cuanto más nos abrimos. No hay nada más que experimentar, sentir, dejarse curar por la naturaleza sin intervenir con juicios o pensamientos, sin desear otra cosa que curarse.
El sentir nos pone en contacto con la naturaleza externa, y al mismo tiempo este contacto nos da lo que nosotros somos en realidad.
Todo lo que comprendemos es infinitamente sencillo y los pensamientos son incapaces de explicarlo. Esta comprensión crece gradualmente como nuestro sentir y es totalmente inútil tratar de acelerarla. El elemento principal que podemos poner voluntariamente es nuestra entrega y buena disposición.
La curación también va a la par del desarrollo del sentir y de la comprensión, y es una verdadera curación, con mucha más amplitud y profundidad de la que podemos imaginar.
La comprensión:
La comprensión llega después del sentir como un reconocimiento de la verdad a la que se está abierto. Es un reconocimiento simple, el sentir nos abre a la vida, la vida es lo que nos rodea y nuestro ser es parte de ella. La comprensión es un momento de aceptación de algo tan sencillo que no es posible describir. En este momento es cuando nuestro ser se afina con la naturaleza, con todo lo que le rodea y recupera su equilibrio natural. Por eso la curación es compresión, una comprensión sin pensamientos.
La comprensión, siendo simple e instantánea, partiendo de un ápice de percepción, es profunda como no se puede imaginar. La comprensión es como una gota que cae sobre un estanque y crea una onda que llega hasta las orillas y rebota una y otra vez. Así traspasa la comprensión todo nuestro ser con el conocimiento de la vida que nos rodea.
La comprensión nos hace entrar en una dimensión nueva y más profunda del ser y de la vida. El ser y la vida no cambian, pero nuestra comprensión abre nuestro sentimiento hacia nosotros y hacia la realidad, le da profundidad. Es como si antes de comprender nuestra realidad fuera plana como un lienzo y después de comprender nuestra realidad fuera profunda, tuviera alcance, espacio, sentimiento y sentido, un sentido sencillo, mágico y profundo.
En esta nueva dimensión nuestro ser vive, respira y se mueve en la ternura, la armonía y el equilibrio. La ternura es nuestra forma natural de ser, de relacionarnos, de tocar las cosas. Así el mundo permanece en armonía y equilibrio. La armonía es algo más que el equilibrio. La armonía es la vida que nace del equilibrio, las relaciones que se crean entre los seres que viven en la ternura.
El misterio:
La curación es una forma natural de comprender la magia que nos rodea en su sencillez y poder real. También es una forma de entender que esta magia y este misterio tienen valor en sí y para sí mismos, y que son nuestra guía.
La curación nos permite tener un vislumbre de este misterio. Un vislumbre que es suficiente para devolvernos la lucidez, pues normalmente estamos cegados por el pensamiento y la preocupación.
Este misterio es infinito, nace de la propia fuente del Universo, como la luz, como la belleza.
El misterio de la vida es una fuerza inteligente que conoce la manera más sencilla de hacer nacer y llegar a buen destino. A través de la curación podemos encontrar la humildad para aceptar este misterio dentro y fuera de nosotros. Esta aceptación da paz y nos abre más y más a nosotros, a los demás, al Universo.